Sáb. Abr 20th, 2024

Pese a que el cronograma es estricto en horarios, puede ocurrir que la Cumbre de los líderes que arranca el viernes, se atrase por la reunión previa en el Hotel Alvear de los BRICS, es decir entre los mandatarios de Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica. Aún se ignora quién será el primer mandatario en ingresar ese día al encuentro número 13 del G20 (supersticiosos abstenerse) por la avenida Costanera. Los presidentes van por la puerta grande y sus asesores, por el costado y tras atravesar un control de seguridad. Y lo primero que observarán son paneles de gran altura con gigantografías con imágenes de la Patagonia y los cerros de Humahuaca y slogans acerca de la necesidad de construir consensos, poner como prioridad a la gente y dar impulso al crecimiento sustentable.

Luego del saludo protocolar a Mauricio Macri se dirigirán a la sala de retiro en la que unos 22 cómodos sillones los esperan para que puedan charlar en la intimidad. Esta previsto incluso un micrófono especial para que Enrique Peña Nieto que en pocas hora deja la presidencia de México se despida de sus pares.

Luego de esa conversación sin técnicos ni testigos, los presidentes se encaminan al gran salón para la foto de familia. A ellos se unen representantes de organismos internacionales como el FMI y el Banco Mundial y otras organizaciones e invitados especiales para una postal con 38 protagonistas.

Tras esa foto llegan las deliberaciones en  un salón de inmensas proporciones con una mesa oval en cuyo centro y casi con forma de mandala está el logo del G20. Allí cada presidente tiene su sombra, es decir los asistentes. A Mauricio Macri, en su rol de Presidente del G20, le corresponden ocho. A su lado se sentarán Angela Merkel, por ser la ex presidenta del G20 y Shinzo Abe, el futuro titular. Y muy cerca estarán sentados Donald Trump y Theresa May.

La comida se sirve allí mismo y el catering corresponde a Eat, experta en delicatessen. Algunos traen veedores para cada plato.

No habrá libre circulación en ese amplio espacio. A cada presidente le corresponde un pin y los miembros de la comitiva de ocho personas que lo acompañan tendrán una credencial dorada, casi de libre acceso.

Así, se idearon tres zonas. La amarilla, para la prensa y conferencias que incluye varias salas de reuniones y traducción simultánea de los 15 idiomas de la Cumbre con capacidades que van de los 300, 120, 90 y 50 personas.

El área azul es una zona mixtas donde pueden convivir periodistas, ministros y jefes de Estado. Allí hay espacios para los encuentros bilaterales.Y el área roja es restringida para los presidentes y su séquito. En todas hay amplios livings y espacios reservados.

Decididamente Costa Salguero, un lugar sencillo para esta concentración de poderosos que es la más importante de nuestra historia, superando incluso los brillos del Centenario de 1910 y que hasta hace poco era un predio desangelado y casi de poca monta, se ha transformado como la cenicienta del cuento. Claro que aquí no hubo varita mágica sino varios millones y el diseño de un estudio de arquitectura para convertirlo en centro high tech con comodidades que superan las cinco estrellas.

Ayer Hernán Lombardi, Coordinador Genera de la Unidad Técnica G.20, guió a un grupo de periodistas por el recorrido exacto que harán los presidentes. El secretario parece haberse ganado un puesto de privilegio pero no por los fastos sino por el ahorro. Así contó que para esta cumbre se inspiraron en la más modesta que había tenido el G20 en Brisbane, Australia, y montaron el centro en un lugar ya edificado y de 22.000 metros cuadrados. El presupuesto que inicialmente se había imaginado en US$ 200 millones se recortó a US$ 140 millones. Por el arrendamiento de Costa Salguero desembolsaron $ 25 millones.

Un dato: mientras en la cumbre de Hamburgo, Alemania cubría los gatos de hotel de los presidentes, aquí cada país sí se hizo cargo. Y en estos días se han escuchado sonoras quejas de las embajadas por precios excesivos de los establecimientos más lujosos.

Tras una licitación, la organización del evento quedó a cargo de las empresas PopArt, conocida por espectáculos como el Cirque du Soleil y la alemana Brahler que organizó cumbres de la OTAN y la mexicana CIE que estuvo a cargo de la cumbre del G20 de 2012 en Los Cabos, México. A esta hora están haciendo las últimas pruebas de luces y sonidos.