Estamos transitando la Semana más importante para el cristianismo, la Semana Santa, que es cuando se rememora la Pasión, Muerte y Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo. Hoy jueves, comienzan los cultos más relevantes, se recuerda la institución de la Eucaristía en la Última Cena, el lavatorio de los pies y la oración en el huerto de Getsemaní. Según relata la Biblia, la Última Cena fue el momento en el que Jesús se reunió con los doce apóstoles para despedirse de ellos antes de su muerte. Además, les anunció que uno de ellos le traicionaría, dando a entender que era Judas Iscariote.
Jesucristo, hijo de una virgen y de un carpintero de la lejana aldea de Nazaret, en la Galilea judía, fue, para la historia, un líder religioso judío, cuyos datos biográficos y doctrina se encuentran expuestos en el Nuevo Testamento o sea en los Evangelios. De éstos, la Iglesia acepta solamente cuatro, los de Mateo, Marcos, Lucas y Juan. Según los evangelios, Jesús es el Mesías prometido a los hebreos en el Antiguo Testamento y anunciado por los profetas. El Hijo de Dios encarnado para la salvación de todos los hombres. Sin embargo, el sentido último de la vida y pasión de Jesús sólo puede apreciarse en la resurrección, hecho que constituye el momento cumbre del Nuevo Testamento.
Esta resurrección es la que se celebra el domingo y tiene un enorme valor simbólico, es la fiesta de la renovación espiritual, un nuevo emerger, dejar atrás una etapa y comenzar una nueva vida. ¿Quién de nosotros no necesita renovarse? Dejar atrás el pasado y proyectarnos con fe y esperanza al futuro. Que en cada uno de nosotros nazca un nuevo ser, dejando atrás rencores y odios, que el renacido Cristo nos de la paz que necesitamos.
Nuestra patria también necesita renovarse; duros, difíciles y dolorosos son los tiempos presentes, muchos argentinos viven en la pobreza y también son muchos los que pasan hambre. Al celebrar el domingo la Resurrección del Señor, oremos para que el país logre cambiar, que un nuevo rumbo nos permita dejar atrás décadas de desencuentros y de malos gobiernos, que llegue también a él, una profunda renovación.
Jesús, el humilde hijo de un carpintero, cambió la historia de la Humanidad y desde el cristianismo, durante 20 siglos, año tras año, se recuerda al Mesías, al hijo de Dios convertido en hombre, que dio su vida para la salvación de la humanidad, resucitó de entre los muertos y vive para siempre. Dios está con nosotros.