Alberto Fernández es un desvergonzado, lamento calificar así a nuestro presidente, pero no caben otras adjetivaciones cuando se comprueba el derroche de dólares, que provoca cada uno de sus viajes al exterior.
Fernández utiliza un avión de Aerolíneas Argentinas, a un costo fenomenal, ya que en el actual periplo por Republica Dominicana y EEUU, el avión lo acompaña y espera en cada escala, un gasto injustificable desde todo punto de vista. Esa máquina podría estar volando comercialmente, paliando de alguna manera, el enorme déficit de la compañía estatal.
Recordemos que en ocasión de celebrarse en Buenos Aires en 2018 la Cumbre del G20. El avión oficial que debía transportar a la canciller alemana, Angela Merkel, tuvo unos desperfectos que le impedían el viaje. Merkel no fletó un avión de Lufthansa, considerando que, tanto para la economía de Alemania, como para la de la empresa aérea, el gasto era insignificante. En cambio tomó un avión de línea de Iberia para trasladarse a nuestra capital, como un pasajero más, sin privilegios. Lo de Merkel, no es un ejemplo de austeridad, es lo que cualquier presidente, primer ministro o monarca está obligado a hacer, ni se les ocurriría utilizar en exclusividad un avión de la línea de bandera.
Claro está que los argentinos estamos acostumbrados a este tipo de derroche de nuestros gobernantes e indulgentemente los aceptamos.
Fernández con su pareja Fabiola y una nutrida comitiva, viajó a la República Dominicana para participar de la Cumbre Iberoamericana, y como tenía unos días libres en su agenda, aprovechó para hacer turismo en Nueva York. Claro está que con fondos públicos.
Mientras esperaba su encuentro con el presidente de los Estados Unidos, Joe Biden en Washington, se alojó en Nueva York en el lujoso hotel, Park Hyatt, en el corazón de Manhattan, en la calle 57, a una cuadra de Central Park, justo enfrente del Carnegie Hall.
Según la página WEB del hotel, las suites, cuestan desde 3500 hasta 4900 dólares la noche, al tipo de cambio del dólar tarjeta, entre 1.300.000 y 1.800.000 pesos. No es la primera vez que Alberto Fernández, Fabiola y la comitiva se alojan en este hotel. Ya lo hicieron en septiembre último, cuando viajaron para la Asamblea General de las Naciones Unidas. Pero esta vez, la escala en Nueva York es solo un puente entre la cumbre en Santo Domingo y la visita oficial a Washington.
Fernández y Biden se reunieron ayer, el encuentro y los temas tratados serán motivo para otra nota editorial, hoy solo quería referirme al derroche de nuestros escasos dineros de una manera desvergonzada.
Mientras Alberto y Fabiola disfrutan de las mieles y mimos de un obsceno protocolo, en el país la inflación marca récords, los jubilados se mueren de hambre, la inseguridad continúa creciendo, el enfrentamiento entre el poder Ejecutivo y el Judicial se agudiza y el kirchnerismo marcha para pedir que Cristina sea candidata. Inventan una proscripción que no existe.
¿Quién está a cargo del timón de la nave? Qui lo sá. ¿Será acaso el Gran Bonete?