Sáb. Ene 18th, 2025


El accionar de cientos de barcos pesqueros y de factorías integrales dentro de la zona de exclusión argentina y aledaña a sus límites, es un serio problema que debe ser abordado con decisión por nuestras autoridades.

De acuerdo a un informe de Greenpeace, titulado “Pesqueras sin control en el Mar Argentino”, las características oceanográficas del Agujero Azul la convierten en un área muy atractiva para flotas pesqueras internacionales que buscan la captura de calamar o merluza negra para venderlos luego como productos de lujo a mercados de países del norte global. El Agujero Azul es una zona en el océano, a 500 kilómetros del golfo de San Jorge, entre las provincias Chubut y Santa Cruz, y abarca una superficie de 148 mil kilómetros cuadrados del fondo marino, lindero a la Zona Económica Exclusiva, donde la Argentina ejerce derechos de soberanía para los fines de la exploración y explotación, conservación y administración de los recursos naturales.

Por la superficie del Agujero Azul surcan barcos de todo tamaño y bandera que pescan en el límite de las aguas internacionales; por encima de esa masa de agua profunda donde se hallan los restos del submarino ARA San Juan y sus 44 tripulantes.

Por la noche se pueden ver las luces encendidas de los barcos, que ocupan una superficie semejante al Gran Buenos Aires.

A lo largo de la plataforma continental patagónica, lugar que reúne un ecosistema marino único, llegan más de 500 buques pesqueros al año para aprovechar el vacío legal de las aguas internacionales. Esta formidable cantidad de barcos aprovechan la falta de regulaciones y pescan indiscriminadamente, amenazando a algunas de las especies marinas.

La Prefectura Naval Argentina patrulla permanentemente, pero solo cuenta con cinco buques guardacostas para proteger el Mar Argentino y la Zona Económica Exclusiva. En esta zona de exclusión, solo buques argentinos autorizados pueden pescar, un área que se extiende desde la costa hasta 200 millas “mar adentro” a lo largo de todo el territorio nacional. Son más de 3 millones de kilómetros cuadrados de agua salada. Las cinco patrullas no navegan juntas, en simultáneo: salvo excepciones, zarpan de a una cada vez. La extensión de las misiones en altamar varía entre 15 y 20 días.

Esto es lo que hay que reforzar para que el patrullaje sea realmente eficaz.
Mañana relataremos un episodio ocurrido en 2018 protagonizado por un barco patrullero de la Prefectura.