El accionar de cientos de barcos pesqueros y de factorías integrales dentro de la zona de exclusión argentina y aledaña a sus límites, es un serio problema que debe ser abordado con decisión por nuestras autoridades.
Por la superficie del Agujero Azul surcan barcos de todo tamaño y bandera que pescan en el límite de las aguas internacionales; por encima de esa masa de agua profunda donde se hallan los restos del submarino ARA San Juan y sus 44 tripulantes.
Por la noche se pueden ver las luces encendidas de los barcos, que ocupan una superficie semejante al Gran Buenos Aires.
A lo largo de la plataforma continental patagónica, lugar que reúne un ecosistema marino único, llegan más de 500 buques pesqueros al año para aprovechar el vacío legal de las aguas internacionales. Esta formidable cantidad de barcos aprovechan la falta de regulaciones y pescan indiscriminadamente, amenazando a algunas de las especies marinas.
La Prefectura Naval Argentina patrulla permanentemente, pero solo cuenta con cinco buques guardacostas para proteger el Mar Argentino y la Zona Económica Exclusiva. En esta zona de exclusión, solo buques argentinos autorizados pueden pescar, un área que se extiende desde la costa hasta 200 millas “mar adentro” a lo largo de todo el territorio nacional. Son más de 3 millones de kilómetros cuadrados de agua salada. Las cinco patrullas no navegan juntas, en simultáneo: salvo excepciones, zarpan de a una cada vez. La extensión de las misiones en altamar varía entre 15 y 20 días.
Esto es lo que hay que reforzar para que el patrullaje sea realmente eficaz.
Mañana relataremos un episodio ocurrido en 2018 protagonizado por un barco patrullero de la Prefectura.