Lun. Dic 9th, 2024

El fraude electoral en sus múltiples formas se ha incorporado a nuestro sistema político y hoy no nos resulta extraño aceptar con resignación que funciona a pleno.

Se ha naturalizado constatar que se cometen todo tipo de irregularidades y de transgresiones a lo que señala la ley. Desde un desvergonzado reparto de bolsones y otras prebendas, hasta el acarreo de votantes. En ciertas ocasiones se ha llegado hasta la quema de urnas. Hay otras formas de fraude como cargar previamente las urnas con las boletas o votar con el documento de un tercero. Todo esto configuran anomalías que empañan y oscurecen los comicios y les quitan transparencia. En conjunto estas irregularidades o anomalías pueden ser consideradas fraudulentas.

Pero el fraude comienza bastante tiempo atrás, cuando se estableció el sistema de acople en la Constitución provincial, el que permite que cientos de listas con miles de postulantes a cargos de concejales y legisladores, empujen a un candidato a gobernador o intendente.  Cuando se utilizan los recursos del Estado para hacer grosero electoralismo. Cuando se descuidan las funciones y obligaciones de un gobierno para cuidar la permanencia en el poder. Cuando se multiplican los puestos públicos. Cuando se otorgan miles de planes sociales, con la amenaza de quitárselos si votan a otros candidatos se está alimentando el fraude.  

Como siempre manifestamos, tenemos una democracia renga, lejos todavía de ser auténticamente republicana. La ignorancia, la pobreza y sobre todo la indigencia, son el caldo de cultivo apropiado para los gobiernos autocráticos.  El caudillismo, aquel que estudiamos en las clases de historia, no ha sido borrado de nuestra cultura.  Personajes como Juan Manuel de Rosas y Facundo Quiroga, son paradigmas del caudillismo criollo.  Y las bases del surgimiento de aquellos, se mantienen: ignorancia y pobreza.

El Caudillo acumula omnipotencia, no respeta la independencia de los poderes. Por cualquier medio posible, incluido el soborno, se apodera del Poder Legislativo y también del Judicial, nombrando los jueces a su antojo, siempre que le sean afines a sus propósitos.

 

Halaga al pueblo con espejitos de colores, fantasías y mentiras, porque es fundamental para sus objetivos practicar la demagogia.  Se muestra cordial y amable con la gente en público, solo para exhibir una linda imagen, pero al mismo tiempo es implacable con sus enemigos.

Cuando un caudillo se enraíza en el poder, resulta muy difícil sacarlo. El cuenta con todos los recursos de un formidable aparato que va tejiendo con canonjías y dinero que el mismo Estado le proporciona.  Pero sin duda que en algún momento la gente que no disfruta de sus prebendas, se harta. Y ese hartazgo se manifiesta en la aparición de figuras que no forman parte del sistema, como Javier Milei. Un caso muy extraño que crece día a día en las encuestas.

Milei es economista de profesión y ciertamente que gran parte de los problemas argentinos pasan por lo económico. Con casi la mitad de la población sumida en la pobreza, Milei se presenta como el “salvador” de una revolución moral.

En la mayoría de las provincias, se han desdoblado los comicios, ningún gobierno provincial quiere ser arrastrado al desastre que pareciera avecinarse en el Frente oficialista. Pero las diferentes formas de fraude que se dan localmente seguramente continuarán sin mayores cambios. En Tucumán se votará el 14 de mayo en una elección provincial única. Acá no hay PASO ni ballotage. El que saque mayor número de votos es el elegido.