Dom. May 18th, 2025

San Miguel de Tucumán cumplió ayer, 337 años.  El 29 de septiembre de 1685 la ciudad vieja, fundada por Don Diego de Villarroel, 120 años antes en Ibatín, se trasladaba al actual emplazamiento, llamado por entonces La Toma, sobre las márgenes del Río Salí. Ibatín era un paraje ubicado sobre el río Pueblo Viejo en la salida sureste de la Quebrada del Portugués, en las cercanías de la actual Monteros. El gobernador Fernando de Mendoza y Mate de Luna, luego de varias dilaciones anteriores resolvió el traslado, que se concretó el 29 de septiembre de 1685, día de San Miguel Arcángel, su santo patrono.  Habían encontrado la Nueva Tierra de Promisión, como bien lo señala el nombre completo dado por Villarroel a la ciudad.

Todavía se discuten las causas del traslado. Algunos lo atribuyen a problemas de salubridad, a los desbordes frecuentes del río, la mala calidad del agua, la cantidad de insectos y alimañas, pero lo cierto es que la ciudad, posta obligada de los viajeros entre el Río de la Plata y el Alto Perú, actual Bolivia, fue quedando marginada del camino que unía ambos destinos; la ruta se había desplazado al oriente para evitar los frecuentes ataques de los calchaquíes. Este cambio de recorrido provocó que la ciudad fuera decayendo paulatinamente y que los vecinos solicitaran su traslado.

Lo más significativo del hecho que ayer los vecinos celebraron, es la decisión y el coraje de nuestros antepasados, de abandonar lo viejo para iniciar una nueva vida, en lo incierto, lo desconocido. No resulta fácil para nadie dejar sus viviendas, sus tierras de cultivo, su habitual forma de vida, para emprender un futuro desconocido.

Ibatín duró 120 años, la nueva ciudad, lleva ya 337, y también muestra severos problemas. La vida en ella ha dejado de tener la calidad de antaño. Hoy exhibe un centro colapsado de vehículos y de peatones; en las horas pico, como a las salidas de los colegios, es imposible circular. Caminar por las veredas (que tienen esa finalidad específica) resulta una tarea complicada, porque se presentan todo tipo de obstáculos, roturas sin arreglar y mesas de bares y restaurantes que se han apropiado de ellas.

Se continúa en la absurda política de saturar el centro de oficinas públicas y se construye un gran edificio para la Legislatura en un sitio inadecuado, y se instalan tribunales penales en la misma zona. Del Centro Cívico Administrativo, donde se concentren los organismos del Estado provincial, tantas veces prometido, solo ha quedado en un proyecto del que nadie habla.

Deberíamos apelar al pasado para tomar sus ejemplos. Como éste, de nuestros primeros ancestros, que no titubearon en dejar atrás lo viejo para encarar el futuro. Sabían que debían abandonar un lugar que ya no era útil, ni agradable y lo hicieron. Muchos años más tarde, en 1812, otros tucumanos, decididos y corajudos como aquellos vecinos de Ibatín, compelieron al Gral. Belgrano a que los conduzca en una batalla trascendental, que selló para siempre la libertad de los argentinos. Y el 9 de Julio de 1816 fue en esta ciudad donde se declaró la Independencia de las Provincias Unidas de Sud América. Volvimos a dar el ejemplo

Pero hoy, pareciera que no tenemos ni los mismos genes ni la misma sangre…”nosotros los de entonces ya no somos los mismos”  lamentablemente.  Y Ud. amigo que me escucha, bien sabe a qué me estoy refiriendo.