Vie. Mar 29th, 2024

Un día 20 de junio como el de ayer, pero de 1820, moría el abogado, economista y general, Manuel Belgrano. El hombre que más dio por su patria en la dura etapa de las luchas por nuestra Independencia.

Lo recordamos en esta fecha, por esta necrofílica manera de recordar a nuestros próceres en el día de su muerte en lugar de hacerlo en su hora más gloriosa. Una recordación devaluada aún más, por razones de economía turística.

Belgrano, a mi entender, es nuestra máxima figura histórica y muy especialmente los tucumanos, debemos sentirnos orgullosos de los estrechos vínculos que se generaron entre el General y nuestra provincia, donde vivió sus horas más gloriosas y dejó una hija, Manuela Mónica. Fueron vínculos de afecto que hoy todavía se manifiestan, como la celebración anual del triunfo de las fuerzas criollas, en la desigual batalla del 24 de septiembre de 1812, en el Campo de las Carreras, hecho que definió, categóricamente, el curso de nuestras luchas independentistas. Junto a la Batalla de Salta del 20 de febrero del año siguiente, también conducida por Belgrano, nunca más se enfrentaron los ejércitos criollos y españoles en el territorio actual de Argentina.

Belgrano contaba con solo 23 años cuando regresa de España, luego de cursar estudios en las universidades de Salamanca y Valladolid, donde se graduó de Bachiller en Leyes, con medalla de oro. Es designado secretario vitalicio del Consulado de Buenos Aires. Había adquirido amplios conocimientos de economía política, del derecho público, el dominio de varios idiomas y la compostura del hombre ilustrado del siglo XVIII.

Era un auténtico progresista que buscaba para su patria natal, el desarrollo humano, económico y social, que había observado y estudiado en Europa. Está consciente y trabaja arduamente para lograr que la Corona apoye la educación para los hombres, mujeres y niños. Crea una Escuela de Comercio y posteriormente las de Dibujo y Náutica.  Ambas son suprimidas tres años más tarde por la Corte de Madrid por ser consideradas “un lujo” para la colonia.  Belgrano siempre se preocupó por la instrucción del pueblo. En Tucumán tenemos el ejemplo de la Escuela de la Patria, una de las tres que generosamente donó el prócer con los fondos recibidos por sus servicios en el Ejército del Norte.   En Europa su maestro Campomanes le había enseñado que la auténtica riqueza de los pueblos se hallaba en su inteligencia y que el verdadero fomento de la industria se encontraba en la educación.

Es difícil comprender a un hombre de la talla de Belgrano sin conocer cabalmente el contexto histórico en el que le tocó actuar. Participó activamente en la defensa de Buenos Aires durante las invasiones inglesas, fue uno de los principales patriotas de la Revolución de Mayo que destituyera al virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros y fue vocal de la Primera Junta de gobierno que lo reemplazara, fue figura prominente en la Independencia y en sus luchas, creó la Bandera y colaboró en la primera organización del país, y también fue lastimado testigo de las primeras intrigas y disputas políticas.

Por imperio de las circunstancias tuvo que transformarse en militar, supo reconstruir un Ejército y llevarlo a la victoria. Estadista, visionario de ideas liberales y patriota, generoso, desprendido, supo asumir los triunfos y también las derrotas y dio todo por su Patria. También conoció la ingratitud y el egoísmo.

Falleció humildemente en su casa paterna de Buenos Aires. Antes había solicitado el apoyo económico para el viaje de regreso desde Tucumán, al gobierno local y al central que se lo negaron aduciendo falta de dinero. Pudo viajar gracias a la ayuda de unos cuantos amigos muy cercanos. Gravemente enfermo, fue atendido por el médico escocés Joseph Redhead, al no poder pagarle por sus servicios y ante la negativa del galeno a cobrarle, Belgrano tomó su mano y en agradecimiento puso su reloj dentro de ella.

Belgrano, Padre de la Patria, mereces, más que nadie, el eterno reconocimiento de los argentinos. Ojalá que las actuales generaciones y las venideras, tomen tu ejemplo de patriotismo y desprendimiento para bien de la Nación Argentina.