Sáb. Abr 20th, 2024

EEUU vuelve a ser sede de la Cumbre de las Américas después de 28 años, nación que organizara la primera reunión en 1994. Aunque todos los países enviarán una delegación al único encuentro que reúne a todas las naciones del continente, varios mandatarios decidieron no asistir, Bolivia, El Salvador, Granada, Guatemala, Honduras, San Cristóbal y Nieves y México, solo enviarán funcionarios. Venezuela, Cuba y Nicaragua no fueron invitados por considerar la Casa Blanca que no son auténticas democracias, sin embargo, Washington espera que representantes de la sociedad civil de estos tres países participen en el foro.

Al dejar inaugurada la cumbre, en un teatro repleto de invitados, y con música latinoamericana el presidente Joe Biden, anunció un Plan de Desarrollo Económico para América latina. Debbie Mucarsel-Powell, una ecuatoriana-estadounidense asesora especial de Joe Biden para la Cumbre de las Américas señaló: “Reafirmar el compromiso para proteger la gobernanza democrática va a dar la oportunidad al sector privado de poder traer más inversiones” declaró la asesora.

Bien vale recordar hoy, al asesinado presidente John F. Kennedy, firme defensor de mejorar las relaciones con sus vecinos del sur del continente.  Fue el mentor de un programa de ayuda económica, política y social llamado “Alianza para el Progreso” Un complejo plan de ayuda por parte de la Unión hacia América Latina, que tuvo lugar entre 1961 y 1970.

La Alianza tuvo una duración de 10 años. Se proyectó una inversión de 20.000 millones de dólares de aquellos años, por medio de las agencias de ayuda de los EEUU, las agencias financieras multilaterales (BID y otros) y el sector privado canalizados a través de la Fundación Panamericana de Desarrollo.

El programa tuvo su inicio en un discurso de Kennedy el 13 de marzo de 1961 en una recepción en la Casa Blanca para los embajadores latinoamericanos.

Desde entonces mucha agua ha corrido bajo el puente. El mundo ha cambiado, los protagonistas actuales no son los mismos de la década del sesenta del siglo pasado y las democracias tampoco son las mismas, han perdido calidad y muchos parámetros se han modificado. Los atentados del 11 de septiembre, la caída del muro de Berlín, la disolución de la URSS, y una Latinoamérica fracturada, ha facilitado que China haya irrumpido como un jugador estratégico en la región, con acuerdos que ha llamado la nueva Ruta de la Seda, un gigantesco proyecto de inversión con el que China busca facilitar el comercio y proyectar su influencia globalmente. Nuestro presidente, en su reciente viaje a China, firmó la incorporación de Argentina a la iniciativa, siendo el vigésimo país de la región en adherirse. En este contexto, tiene lugar la Cumbre de las Américas en la ciudad de Los Ángeles.

Como es ya una constante del gobierno de Alberto Fernández, el viaje estuvo signado por las idas y vueltas que lo caracteriza, en un comienzo se dijo que nuestro presidente no participaría, y que se organizaría simultáneamente una Contra Cumbre, ante el seguro fracaso de esta y después de una llamada telefónica de Biden y algunos consejos sensatos, resolvió participar. Ayer jueves tuvo la oportunidad de dar su discurso, en calidad de titular pro tempore de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), y como presidente de Argentina. Dio un duro discurso, que se contradice con la debilidad que exhibe su gobierno. Cuestionó que EEUU no haya invitado a países como Cuba y Venezuela y criticó los bloqueos aplicados por Estados Unidos. Criticó además el papel estadounidense en el endeudamiento argentino, afirmó que la OEA “facilitó un golpe de Estado en Bolivia” y pidió la remoción de su conducción. Sin nombrarlo se refería al uruguayo Luis Almagro, Secretario General de la Organización. Almagro está transitando su segundo mandato, para el primero fue elegido el 18 de marzo de 2015, con el apoyo de 33 de los 34 Estados Miembros y una abstención.

Cada vez que Alberto viaja al exterior para reunirse con altos mandatarios, el 70 % de los argentinos que rechazan su gestión, tiemblan. Es que nuestro presidente suele irse de boca como sucedió en su encuentro con Putin en vísperas de la invasión a Ucrania, donde lo colmó de elogios y alabanzas y ofreció a la Argentina como puerta de entrada de Rusia en Latinoamérica. Según dijeron entonces fuentes de nuestra cancillería, se salió del libreto preparado. Vaya uno a saber lo que realmente piensa, la palabra de Alberto es mutante y no tiene ningún pudor para decir y afirmar cualquier cosa y después aseverar todo lo contrario.