Jue. Mar 28th, 2024

Cristina se mueve en las sombras, son muy pocos los actos en los que participa, y ya no escribe cartas públicas, tampoco dialoga con su presidente. Claro está en el acto de celebración del centenario de YPF, le “pidió” a Alberto que usara la lapicera. Además, planteó que “El que quiera gobernar la Argentina sin tensiones ni conflictos, que se postule a la presidencia de Suiza”,

Está claro que sin mayores esfuerzos la Vice continúa siendo la jefa de este gobierno. Tanto el presidente, como sus funcionarios, intendentes y gobernadores pujan por complacer a la jefa del kirchnerismo, actuando y diciendo cosas que intentan ser oídas como música por la señora vicepresidente.

Cristina busca ampliar el número de miembros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, no obstante que fue ella la impulsora de modificar la Corte de Carlos Menem, achicandola de nueve a cinco miembros. Actualmente funciona con solo cuatro desde la renuncia de Elena Highton de Nolasco, que no ha sido reemplazada. La Vice ha embarcado a gran parte del peronismo en un proyecto de aumento de sus miembros, justificándolo en la necesidad de que el Alto Tribunal tenga una composición federal y se respete la paridad de género.

Es que Cristina le teme a la actual Corte, y no ha encontrado mejor camino que avalar un proyecto que modifique sustancialmente su composición.

Estamos de acuerdo de que la Corte debe tener al menos, una figura femenina, pero reemplazar a Highton de Nolasco, es responsabilidad del gobierno, el que debe proponer al Senado su reemplazante. No lo ha hecho todavía por no contar con los votos necesarios para imponer una figura afín a sus deseos, en lugar de negociar con la oposición la propuesta de una figura idónea e independiente.

¿Que la Corte no es federal? Lo desmiente el hecho de que actualmente está integrada por 2 santafesinos, un cordobés y un correntino. Ninguno es porteño.

Veamos que sucede en los EE. UU., país donde tienen su origen las particularidades de nuestras instituciones republicanas.  La Suprema Corte de los EE. UU. tiene 9 miembros desde 1869 para 330 millones de habitantes y 50 estados confederados. Y a nadie se le ocurre objetar falta de federalismo porque no esté integrada por jueces que hayan nacido en cada uno de los 50 estados.

La propuesta de modificación de nuestra Suprema Corte es que sus miembros representen a cada estado provincial. O sea, una corte de 25 miembros, 24 de los estados provinciales y uno por la Nación.

Este mamarracho sería una suerte de segundo Senado. La función de la Corte Suprema es velar por el cumplimiento de las leyes y ser el más fiel defensor e intérprete final de la Constitución Nacional. Lo que realmente importa es la idoneidad jurídica de sus miembros y la estabilidad en sus cargos.

En los EEUU los miembros del Alto Tribunal llegan allí tras una rigurosa evaluación en que se los considera Muy calificado, Calificado o No calificado, aunque esta calificación no es vinculante ni para el presidente ni para el Senado.

Indudablemente que todos estos avances sobre la actual corte, que sin duda es altamente idónea, se centran en la vicepresidente y sus causas judiciales. Es ella la que impulsa la reforma y ha embarcado a 16 gobernadores en este proyecto.

Pero, además, solo se trata de fuegos artificiales, el gobierno no tiene posibilidades de modificar la composición de la Corte porque no cuenta con las mayorías parlamentarias que necesita. El proyecto que elaboren podría ser aprobado por el Senado, donde algunos socios circunstanciales le permiten lograr mayoría, difícilmente pase Diputados, pero de manera alguna podrá imponer a sus miembros porque se requiere mayoría especial que nunca la tendrá. [i]