Sáb. Abr 20th, 2024

Muchos se preguntan si la Argentina es aún viable. Es indudable que en el contexto actual no, ningún país del planeta es viable cuando el 62% de sus habitantes, depende todos los meses de un cheque del Estado para sus gastos diarios, total o parcialmente.[i] Esto es lo que sucede en nuestro país y los datos los publicó el diario cordobés la Voz en junio de 2021. Evaluaciones actuales indican que esta situación no ha mejorado, sino que ha empeorado. La cifra resulta alarmante, como son alarmantes los índices de pobreza e indigencia.

Debemos reconocer, sin embargo, que en ningún momento de nuestra historia se alcanzaron plenamente los ideales de los padres de la organización. Es dable advertir que valores fundacionales, como un auténtico federalismo nunca se lograron. Tampoco se consiguió un país equilibrado social y económicamente, por el contrario, las desigualdades en los niveles de desarrollo son muy profundas entre provincias y regiones. No alcanzamos los ideales de libertad que pensaron nuestros antecesores, tanto en materia política como económica, no obstante, la clara interpretación de Juan Bautista Alberdi y que bien la redactara en su libro “Sistema Económico y Rentístico de la Confederación Argentina según la Constitución de 1853”. Todo un manual de economía política que podría servirnos de guía.

De aquel país que al iniciarse el Siglo XX estaba inserto en el Top Ten de las naciones y que despertaba la admiración del mundo entero, casi nada queda. Solo ruinas de lo que fue un pasado memorable.

Nuestro comprovinciano Alberdi, al señalar que entre los objetivos del Preámbulo se destaca el de “promover el bienestar general, y asegurar los beneficios de la libertad” bien aclara que esta libertad no solo es política, religiosa, de derechos civiles y de ideas, sino también, de libertad económica. Dice Alberdi: “Todos los intereses contribuyen al bienestar general, pero ninguno de un modo tan inmediato como los intereses materiales” Señala el publicista tucumano, que por esta razón la Constitución otorga al poder legislativo las facultades para realizar las acciones tendientes a alcanzar la “prosperidad del país”.

Si observamos el escenario presente de una nación potencialmente muy rica, sumida en la pobreza, con una inflación incontrolable, sin planes ni programas de gobierno, sin rumbo y con políticos enfrentados entre sí, que no buscan dialogar y diseñar un proyecto común, sino preservar sus espacios de poder, constatamos que nos hemos desviado completamente del camino señalado por Alberdi y por los padres de nuestra Constitución.

Siempre utilizamos la muletilla de decir que “no podemos estar peor”, sin embargo, continuamos cayendo a un escalón más bajo y pareciera que no hay un piso para nuestro colosal derrumbe.

Al país actual, sumido en un gigantesco desorden, no le alcanza con ponerle parches a determinadas situaciones, que por muy inteligentes y bien intencionadas que sean, siempre serán parches, lo que Argentina necesita es una reformulación integral, volver a los principios de nuestra sabia Constitución, que felizmente mantiene plena vigencia, Claro está que debemos aceptar todos sus postulados y no solo los que nos convengan. Y en este sentido tenemos que dejar de lado el facilismo y asumir el esfuerzo y el trabajo productivo como regla social básica. Redimensionar el Estado, tanto el nacional como los provinciales y municipales, eliminando funciones y gastos superfluos, asegurando el equilibrio fiscal, y tomando como eje la austeridad. Eliminar injustos privilegios de la clase política. Volver a diseñar al país territorialmente y en este sentido es fundamental trasladar la capital al interior, como también, redimensionar a la provincia de Buenos Aires, a los fines de lograr un desarrollo armónico de provincias y regiones, tanto en lo político, como en lo económico y social. Reestructurar los sindicatos para que sirvan a los trabajadores y al país y no a los espurios intereses de personajes que se eternizan en sus cargos.  Regresar a las fuentes sarmientinas en materia educativa recuperando el respeto por maestros y profesores y evitar la alta deserción estudiantil actual. Reestructurar el sistema impositivo para fomentar el trabajo y la producción, eliminando impuestos distorsivos y la doble tributación. Darnos una moneda que cumpla con los requisitos para ser considerada una moneda. Este listado escrito al correr de la pluma, de manera alguna pretende ser limitativo, sino meramente enunciativo.

El fin perseguido por esta reformulación integral del país, que pareciera utópica, pero en definitiva ineludible, es el de cumplir con las premisas de nuestro Preámbulo, de: “constituir la unión nacional, afianzar la justicia, consolidar la paz interior, proveer a la defensa común, promover el bienestar general, y asegurar los beneficios de la libertad para nosotros, para nuestra posteridad, y para todos los hombres del mundo que quieran habitar en el suelo argentino”