Jue. Mar 28th, 2024

Cada 26 horas surge un nuevo milmillonario, mientras que muere al menos una persona cada cuatro segundos producto de la desigualdad.Durante los últimos dos años, la fortuna de los diez hombres más ricos del planeta se duplicó mientras que los ingresos del 99% de la población mundial se vieron deteriorados. La pandemia de la desigualdad aún no está en los planes de ser declarada por los gobiernos a pesar de que causa 21.000 muertos por día por falta de acceso a servicios de salud, violencia de género, hambre y crisis climática. Las alarmas suenan pero no hay quien quiera escuchar.

El virus del SARS-CoV2 golpeó las puertas del mundo hacia fines de 2019 y desató una crisis sanitaria pocas veces vista. Los hospitales rápidamente se vieron saturados ante la cantidad de infectados y los gobiernos tomaron la dura decisión de ordenar una cuarentena que aisló a miles de millones de personas durante meses para contener la expansión y evaluar los pasos a seguir mientras se comprendía la gravedad del Covid-19.

La paralización de la actividad se transformó en una crisis económica que afectó a buena parte de la sociedad: el quiebre de numerosas empresas derivó en aumento del desempleo, mientras que aquellos que aún podían contar con un espacio de trabajo veían como el poder adquisitivo de su salario se deterioraba mes a mes.

Según proyecciones de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), se espera que durante este año el número de personas desempleadas en el mundo se sitúe en 205 millones. De confirmarse este panorama, se ubicaría muy por encima de los 187 millones de 2019, siendo el peor año desde 2013.

Pero mientras millones de personas perdían su puesto de trabajo, algunos pocos aprovechaban la bonanza generada durante la pandemia para recordarle al mundo que los ricos podían ser más ricos y que su dinero les permitía surcar los cielos en excursiones turísticas por el espacio.

La pandemia no solo es un período de crisis sanitaria y económica para muchos, sino también un momento de acumulación y duplicación del capital para otros. Para muestra basta un botón, diría el refrán: en los últimos dos años, los diez hombres más ricos del planeta duplicaron su fortuna al pasar de u$s700.000 millones a u$s1.5 billones.

Según el informe “Las desigualdades matan”, publicado por Oxfam Internacional, al que tuvo acceso Ámbito, el incremento de la riqueza de los multimillonarios se dio a un ritmo de u$s15.000 dólares por segundo o u$s1.300 millones al día. A cualquiera de ellos apenas le tomaría la mitad del tiempo que dura una canción para acumular el dinero necesario para comprase la casa que el 99% del mundo jamás podría soñar en tener.

El último ranking difundido por la revista Forbes coloca en primer lugar a Elon Musk, dueño de Tesla y Space X, con un patrimonio de u$s304.000 millones, seguido de Bernard Arnault, de LVMH, con unos u$s198.000 millones. El fundador de Amazon, Jeff Bezos ocupa el tercer lugar con una fortuna de u$s189.000 millones. Luego le sigue Bill Gates, de Microsoft (4º puesto, u$s137.000 millones); el magnate del software Larry Ellison (5º puesto, u$s122.000 millones); Larry Page, de Google (6º puesto, u$s121.000 millones); Mark Zuckerberg, de Facebook (7º puesto, u$s117.800 millones); Sergey Brin, de Google (8º puesto, u$s117.300 millones); el legendario inversor Warren Buffet (9º puesto, u$s114.000 millones) y Steve Ballmer, de Microsoft (10º puesto, u$s102.000 millones).

El mecanismo de absorción del capital se dio a partir de los diferentes estímulos gubernamentales inyectados en las economías para controlar el impacto negativo del Covid-19. El volumen desembolsado por los gobiernos a nivel global alcanzó los u$s16 billones y buena parte de ello permitió engrosar los mercados financieros, lo que posteriormente favoreció el incremento de la riqueza de 2755 milmillonarios.

Cifras de Oxfam Internacional señalan que desde marzo del 2021 el patrimonio de estos últimos creció en u$s5 billones al pasar de u$s8,6 billones a u$s13,8 billones, mientras que aquellos que se encuentran entre los primeros diez lograron duplicar su fortuna.

Al mismo tiempo, desde que el Covid-19 se esparció por el mundo, la desigualdad amplió su brecha no solo a partir del incremento de la fortuna de los ricos sino también – según da cuenta el informe – a partir del deterioro de los ingresos del 99% restante de la sociedad. Para peor: 160 millones de personas cayeron en la pobreza entre 2019 y 2022.

Gabriela Bucher, directora ejecutiva de Oxfam Internacional, puso en perspectiva el volumen de la riqueza de los multimillonarios al señalar que si los diez hombres perdieran el 99,99 % de su riqueza mañana “seguirían siendo más ricos que el 99 % de las personas del planeta». Actualmente, dijo, acumulan seis veces más riqueza que las 3.100 millones de personas que están en la mayor situación de pobreza.

Víctimas de la desigualdad

El documento divulgado por la organización internacional a raíz del inicio de la Agenda de Davos del Foro Económico Mundial, afirma que producto de la desigualdad mueren al menos 21.000 personas por día (o una persona cada cuatro segundos) al no poder acceder al servicio de salud, o por ser víctimas de la violencia de género, del hambre o de la crisis climática. Se trata de un registro que supera incluso los fallecimientos diarios por Covid-19 a nivel global.

El informe sostiene que, en una estimación conservadora, al menos 5.6 millones de personas mueren por año debido a no poder acceder a servicios de salud, mientras que 2.1 millones perecen por culpa del hambre y 67 000 mujeres fallecen producto de una mutilación genital femenina o siendo asesinadas por su pareja o expareja. Además, cerca de 231.000 personas podrían morir en países pobres a causa de la crisis climática de cara a 2030.

«Nunca ha resultado tan importante poner fin a las violentas y obscenas desigualdades, recuperando el poder y la riqueza extrema de las élites, incluido a través de medidas fiscales, para reintegrar ese dinero en la economía real y salvar vidas», afirmó Bucher.

El efecto de la desigualdad también puede observarse en el impacto que tiene el Covid-19 sobre las poblaciones más relegadas económica, social y culturalmente. “Las personas en mayor situación de pobreza del mundo y los grupos racializados están sobrerrepresentados en la cifra de muertes provocadas por el virus”, expone el informe y agrega que en determinados países “las personas en mayor situación de pobreza tienen casi cuatro veces más probabilidades de perder la vida por Covid-19 que las más ricas”.

Un caso testigo es lo que ocurre en Inglaterra, donde las personas de origen bangladeshí tienen al menos cinco veces más probabilidades de morir de coronavirus que la población británica blanca. Asimismo, aquellas personas que viven en países de renta baja y media “tienen alrededor del doble de probabilidades de morir de Covid-19 que aquellas de países ricos”.

La muerte por SARS-CoV2 en tiempos en que los países desarrollados descartan vacunas por vencimiento debería encender las alarmas, pero lejos está de ocurrir eso sino por el contrario, la ostentación de los milmillonarios supera cualquier ficción. En julio de 2021, Bezos, fundador de Amazon y uno de los más ricos del mundo, viajó con sus amigos al espacio en una nave de lujo de su empresa Blue Origin. A la vuelta de su extravagante travesía, dejó un mensaje que podría graficar la desigualdad latente: le agradeció “a todos los empleados y clientes de Amazon, porque fueron ustedes quienes pagaron por todo esto”.

De acuerdo a Oxfam Internacional, apenas con las ganancias que Bezos acumuló desde que comenzó la pandemia se podría vacunar a toda la población mundial. En días en que las variantes del coronavirus surgen producto de la falta de vacunación en países de renta baja, la preocupación debería también estar puesta en la “variante milmillonarios” que impide avanzar en la reducción de esa desigualdad.

“Estas tendencias resultan alarmantes. Al no vacunar al conjunto de la población mundial, los Gobiernos han favorecido las condiciones propicias para que surjan peligrosas mutaciones del virus de la COVID-19. Al mismo tiempo, han creado las condiciones necesarias para que aparezca una variante completamente nueva: la de la riqueza de los milmillonarios. Esta variante milmillonaria es sumamente peligrosa para nuestro planeta”, advierten desde Oxfam Internacional.

Para comprender mejor la importancia de la situación, el informe aporta que la riqueza de 2755 milmillonarios se incrementó más durante la pandemia que en los últimos 14 años, siendo el 2021 el mayor año de incremento anual de la riqueza de los milmillonarios en la historia contemporánea.

Antes del Covid-19, la mitad de la humanidad, es decir cerca de 3.200 millones de personas, vivía bajo el umbral de la pobreza debido a que cobraban menos de u$s5.5 por día, según el Banco Mundial. En paralelo al aumento de la riqueza de los multimillonarios, luego de dos años de recesión, 163 millones de personas sufrieron pérdidas en sus ingresos diarios y pasaron a integrar las filas de los pobres.

Además de poner el foco en el efecto que genera la desigualdad actual, el informe analiza qué podría ocurrir a futuro. Allí cuestiona las políticas de austeridad respaldadas por el Fondo Monetario Internacional respecto a aquellos países que están categorizados como de renta media o baja, al señalar que no solo “puede agravar la desigualdad entre países” sino también la inequidad al interior de los mismos.

Otros efectos de la desigualdad
Además de provocar millones de muertes por año, la desigualdad genera efectos nocivos en la convivencia en sociedad al afectar la esperanza y las capacidades de progreso de las personas. Uno de los más destacados tiene que ver con el retraso generado hacia el camino de la paridad de género. Cifras del informe dan cuenta que si antes se estimaba que podía demorar 99 años, ahora se tardarán 135 años en cerrar la brecha.

Al mismo tiempo, ponen de manifiesto que la crisis pandémica deterioró los ingresos de las mujeres, quienes perdieron u$s800 000 millones. Además hay 13 millones menos de mujeres en puestos laborales que en 2019, mientras en paralelo 252 hombres ostentan más riqueza que los mil millones de mujeres y niñas que viven en África, América Latina y el Caribe.

Al no promover mejores estándares de calidad de vida, el aumento de la desigualdad producto del incremento de la pobreza y de la acumulación de los milmillonarios genera condiciones para que existan menores niveles de felicidad y confianza en la población. Y en última instancia todo ello puede derivar en incremento de la violencia y la delincuencia.

Por otro lado, la falta de control respecto a las prácticas con las que los megamillonarios aumentan su fortuna es una de las causas del adelantamiento y empeoramiento del cambio climático. Los países ricos – dice el informe- están detrás del 92 % del exceso de emisiones históricas y, al no asumir su responsabilidad al respecto, todo el planeta está sufriendo las consecuencias del calentamiento global.

Y aseguran: “La humanidad saldrá perdiendo por el consumo excesivo de los más ricos, que está alimentando la actual crisis climática, ya que las emisiones del 1 % más rico duplican las de la mitad más pobre de la población mundial”.

«Los milmillonarios han tenido una pandemia de lujo. Los bancos centrales han inyectado billones de dólares en los mercados financieros para salvar la economía, pero una gran parte ha acabado en los bolsillos de los milmillonarios, que se han aprovechado del auge de los mercados bursátiles. Con las vacunas se pretendía poner fin a esta pandemia, pero los Gobiernos de los países ricos han permitido que los milmillonarios y los monopolios farmacéuticos corten el suministro a miles de millones de personas. Esto podría traducirse en un incremento de todas las formas imaginables de desigualdad. La previsibilidad de esta situación es indignante, y sus consecuencias son letales», afirmó Bucher.

Qué hacer

El documento propone una serie de medidas que podrían servir para revertir la crisis de desigualdad. Se trata de tres postulados enfocados en nuevas reglas económicas enfocadas en evitar nuevas muertes producto de dicha problemática.

En primer lugar, sostienen que los Gobiernos deberían gravar “con efecto inmediato” todas las ganancias que los más ricos acumularon durante la pandemia. Es por eso que proponen un impuesto del 99% sobre dichos ingresos que se aplicaría a los diez hombres más ricos y que permitiría recaudar u$s812 000 millones.

En segundo lugar, se debería reorientar ese dinero en políticas que permitan evitar nuevas muertes. Con dichos fondos se podrían producir las vacunas necesarias para inocular a la población mundial y evitar nuevas variantes. También permitiría financiar servicios de salud y protección social universales, medidas de adaptación climática y reducir la violencia de género en más de 80 países.

De aplicarse, no representaría un golpe para las finanzas de este selecto grupo de milmillonarios ya que, así y todo, seguirían ostentando una fortuna u$s8.000 millones superior a la que tenían en la prepandemia.

En tercer y último lugar, los gobiernos deberían “reescribir las reglas de sus economías que generan estas enormes divisiones, y actuar para redistribuir mejor los ingresos, transformar las leyes y redistribuir el poder en la toma de decisiones y la participación en la economía”.

En ese sentido, proponen derogar leyes sexistas y racistas, abordar la problemática de los monopolios y eliminar las normativas que socaban derechos sindicales y laborales. Además, instan a los gobiernos a suspender las normas de propiedad intelectual que regulan la producción de vacunas contra el coronavirus.

«La respuesta del mundo a la pandemia ha desatado esta violencia económica, ensañándose sobre todo con las mujeres y las niñas, las personas en situación de exclusión y pertenecientes a grupos racializados”, aseguró Bucher y añadió que la pandemia “ha sacado a la luz la codicia y las oportunidades económicas y políticas que han convertido estas desigualdades extremas en un instrumento de violencia económica. Tras años de investigación y de campañas, Oxfam ha llegado a esta conclusión, estremecedora e incontestable».