Sáb. Abr 20th, 2024

La gestión de Alberto Fernández, más allá de ser el presidente solo la cabeza visible de un gobierno, que en realidad lo ejerce la Vicepresidenta, Cristina de Kirchner, con sus equipos del Instituto Patria y de la gobernación de la Provincia de Buenos Aires, conducida por Axel Kicilloff, está dejando al país sumido en una fenomenal crisis, institucional, social y económica.  

Podríamos señalar los tres aspectos más infortunados del gobierno. Según la perspectiva de medio país. En primer lugar, señalamos, el pésimo manejo de la pandemia de Coronavirus y su improlija campaña de vacunación, muy alejada de sus propias promesas. El resultado hasta hoy es de más de 3 millones 800 mil contagiados y más de 78700 fallecidos. Ocupando Argentina de este modo, un triste lugar de privilegio en el contexto mundial por el mal manejo del problema.

En segundo término, debemos referirnos a la economía, que cayó casi un 10 % en el 2020. Caída provocada por la larga e inoportuna cuarentena, la más larga del planeta. Una economía en caída libre, con cierre de numerosas pymes, aguda desocupación, alta inflación, falta de inversiones, intolerable presión fiscal y con perspectivas muy negativas de cara al futuro, tanto que la OCDE[i] señala que el país será uno de los últimos en recuperarse, recién en 2026 se llegaría a los niveles prepandemia. Y en este contexto económico tan negativo, la pobreza supera el 42 %.

Y el tercer aspecto muy infortunado son las relaciones exteriores. Argentina se ha alejado de Occidente y se ha acercado a los regímenes más nefastos del planeta, como  Cuba, Venezuela, Bolivia, Nicaragua e Irán.  Estos países sudamericanos están dominados por regímenes autocráticos, al igual que Irán.

Algunos episodios protagonizados por nuestra Cancillería son tan inexplicables como lamentables. Retirarse del Grupo de Lima y dejar de querellar al dictador venezolano Nicolás Maduro en la Corte penal de La Haya, es demostrativo de que no le importan las continuas violaciones a los DDHH en Venezuela, que vive una verdadera tragedia humanitaria. También resultó inexplicable la declaración sobre el conflicto en medio oriente, no condenando el ataque del grupo terrorista Hamas al Estado de Israel. Y para colmo votar en contra de este país amigo en las Naciones Unidas apoyando la investigación de posibles abusos de los derechos humanos cometidos por Israel en territorios palestinos. El gobierno se olvida que los ataques, con unos 4000 misiles, fue iniciado por Hamas y que todo país tiene el derecho de defenderse. Recordemos que Alberto visitó Israel en su primer viaje como presidente, en un gesto simbólico de buena voluntad y de entendimiento recíproco con un país con el que nos unen fuertes vínculos sociales, culturales y de cooperación económica y científica.  También se olvida el gobierno de los dos ataques terroristas que sufrió el país contra la embajada de Israel y contra la AMIA, que dejaron un saldo muy doloroso.

Sabemos cuánto necesitamos del apoyo de la Unión Europea y de los EEUU para negociar con el Fondo Monetario y con el Club de París, con el que estamos ya en default. En lugar de buscar un acercamiento con estos países, los provocamos insidiosamente.  Es tan contradictoria la política de RREE de Alberto, que sólo cosechará rechazos de Occidente y aplausos de los dictadorzuelos del quinto mundo.  

Por algo en junio de 2020 dijo sentirse solo entre sus colegas de América Latina y que extrañaba a Hugo Chávez, Lula da Silva y Evo Morales.