Mié. Abr 24th, 2024

A raíz del récord de contagios por el coronavirus que se viene registrando en el país que se muestra como la segunda ola del virus, a partir de las 0 horas de este viernes y hasta el 30 de abril, el gobierno nacional dispuso un conjunto de medidas vigentes en todo el país.  

La más significativa es que no se podrá circular desde las 00 hasta las 6 de la mañana, el transporte público será sólo para trabajadores esenciales y las escuelas permanecerán abiertas. En las zonas de mayor riesgo se tomarán otras medidas: se suspenden actividades sociales en domicilios particulares, reuniones sociales en espacios públicos al aire libre de más de 20 personas, bingos, casinos, discotecas o cualquier salón de fiesta, la práctica recreativa de deportes en lugares cerrados donde practiquen más de diez personas, cierre de bares y restaurantes a partir de las 23 horas.
Según las jurisdicciones, las autoridades podrán ampliar estos horarios en función de las especificidades de cada lugar.  En las zonas consideradas de mediano riesgo epidemiológico y sanitario es facultad y responsabilidad de los gobernadores adoptar en forma temprana medidas que disminuyan la circulación para prevenir los contagios. Ello es así, pues es del resorte exclusivo de las provincias el monitorear y hacer cumplir cualquier medida restrictiva de la circulación.

En el discurso de anuncio de las nuevas medidas, desprovisto de autocrítica, el presidente cargó las tintas sobre la falta de cuidado de la población, lo que sin duda es cierto, pero también es muy cierto que las promesas de vacunación de Alberto no se cumplieron y que la población fue sometida a la cuarentena más larga del planeta. Esa cuarentena destruyó la economía, miles de empresas cerraron definitivamente, aumentó significativamente la desocupación y se incrementó la pobreza unos 7 puntos porcentuales. No obstante esta cuarentena, llegamos a muy altos niveles de contagio y más de 57000 muertos, lo que indica un horrible fracaso en el manejo de la pandemia. Sin contar el desgaste psicofísico y el cansancio anímico de una sociedad agobiada.  

Recordemos que Alberto prometía que en febrero debían ser 10 millones los vacunados. Transitando ya el mes de abril la promesa está muy lejos de cumplirse aún. Tampoco parece recordar el escándalo del vacunatorio VIP o las vacunas aplicadas a los jóvenes de la Cámpora y a otros privilegiados que las sustraían a personas de riesgo y mayores que necesitaban esas vacunas.

Sin duda que hay inconductas sociales, con festicholas ilegales, reuniones truchas y evidentes violaciones a las medidas de seguridad sanitaria, pero el Gobierno es también responsable del incremento de los contagios. Es muy posible que, de haberse cumplido las promesas de vacunación de Alberto, este pico hubiera sido mucho más bajo.  

Alberto sostiene que es necesario que la sociedad entienda la gravedad de la pandemia. Pero, nos interrogamos, ¿él y su Jefa directa, la Vice, la entienden?  Gran parte de la pandemia se la pasaron haciendo arquitectura política para colonizar a la justicia. Ambos buscan hacer caer las múltiples causas donde está procesada Cristina. Y esto no lo disimulan. Alberto solo se muestra muy afligido por el Covid, cuando el virus muestra sus peores garras.

También es muy penoso que pierda la tranquilidad, y califique a gritos destemplados de “imbéciles y miserables” a los que opinan diferente a él. Debe recordar que es el Primer Mandatario y la máxima autoridad, por lo que debe aceptar las críticas y no perder los estribos. Es muy malo que el mismo presidente sea el que aporte su cuota de violencia verbal en un momento tan difícil para el país.