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Tengo el agrado de enviarle «Reflexiones sobre la Actualidad» de Rafael Bulacio

miércoles, 24 de febrero de 2021

Alberto tuvo su día de furia en México

Se agrava la crisis que inicialmente generó el relato de Horacio Verbitsky, sobre su vacunación en el Ministerio de Salud, por una “gauchada” de su amigo Ginés González García, al margen de turnos y prioridades.

Indudablemente es la mayor crisis política que soporta el presidente Alberto Fernández desde su asunción en diciembre de 2019 porque el asunto adquirió ribetes de escándalo.  Al tomar conocimiento público el asunto Alberto actuó con rapidez y despidió a Ginés y bajó de la delegación que lo acompañaría a México a dos de los vacunados, el diputado Eduardo Valdez y el Senador Jorge Taiana.

Pero el escándalo trascendió nuestras fronteras para convertirse en noticia rescatada por la prensa mundial. Es así como el Primer mandatario del país azteca, Andrés López Obrador. después de dar la bienvenida a Alberto, en su habitual conferencia de prensa matutina en el Palacio Nacional, aclaró, sin referirse concretamente a Argentina, que en su país no habrá privilegios en la vacunación contra el coronavirus y habrá vacunas para todos.

El gobierno estaba convencido que, publicando el listado de los vacunados VIP, el tema se tranquilizará, pero no fue así. A medida que se conocían los nombres de los privilegiados y se iban conociendo más hechos similares, la presión de la opinión pública y de los medios fue aumentando. Se puede palpar el humor de la ciudadanía que se siente defraudada. Las vacunas que se colocan a los funcionarios políticos, a sindicalistas, a los amigos del régimen y a los familiares de todos ellos, se sustraen de las que sí necesita el personal de salud, los ancianos, los que padecen enfermedades y los que la vacuna puede salvarle la vida. Si las vacunas sobraran, el asunto podría ser considerado una avivada, un colarse en la fila, pero faltan vacunas. La imprevisión de este gobierno, que no reservó o compró las necesarias, como sí lo hicieron otros países, como Chile, por ejemplo, hace que las vacunas vengan por cuenta gotas, todavía no alcanzan para vacunar a los imprescindibles y a los mayores de 60 años.

Que un joven de 20 años o que todo un equipo de funcionarios que ronda los 30, o que el Procurador General de la Nación, Carlos Zanini con su esposa, camuflándose de personal de salud, se hayan vacunado, despierta legítima indignación.

La buena reacción de Alberto, ante el hecho, que él mismo calificó de imperdonable, al defenestrar al ministro y bajar del avión a México, a dos de los vacunados, se transformó el martes. ¿Qué pasó por la cabeza de nuestro presidente, para que se levantara furioso, desconocido y descargara toda su furia, ante una audiencia extranjera?

Aprovechó la tribuna que le ofreció el mandatario mexicano para descargar toda su furia.  Dio una larga perorata, y cargó contra los tres blancos clásicos del kirchnerismo más duro: los medios de comunicación, la oposición y la Justicia.

Se refirió a una «campaña despiadada» por parte de la oposición. Y habló contra los privilegios, que los detesta y que nos los ejerce.  Pidió a jueces y fiscales que terminen «con la payasada», y apuntó contra los medios a los que culpó por la violación de los protocolos que el propio Gobierno fijó para la vacunación: «Algunos protocolos se saltearon porque ustedes en sus diarios escribían que estábamos envenenando gente».

En cuanto a los fiscales, que ya iniciaron las investigaciones después de recibir 13 denuncias penales, les recomendó que relean el Código Penal y los descalificó: «No sé en qué universidad aprobaron, pero ya hicieron demasiadas sinverguenzadas para que sigan haciéndolas…”

En la conferencia de prensa, Alberto debió referirse a las relaciones con México, el motivo principal de su viaje y a Latinoamérica, de ser el caso; y expresarse en un tono moderado, culto, calmado, jamás mostrarse indignado, furioso, con lo que está pasando en Argentina. Esto debió guardarlo hasta su regreso. Es lo menos que se puede pedir al presidente.

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