Sáb. Abr 20th, 2024

Una de las figuras emblemáticas de la Corrupción kirchnerista es sin duda, el ex Secretario de Transporte de la Nación Ricardo Jaime, delincuente confeso y condenado por la justicia a diez años de prisión. Actualmente detenido en el penal de Ezeiza.

La sociedad, en su gran mayoría, ha quedado sorprendida y al mismo tiempo indignada, por el pedido formulado por el Secretario de Derechos Humanos de la Nación, Horacio Pietragalla Corti, a la justicia, para que Jaime cumpla su pena en prisión domiciliaria. Este pedido es una muestra de que el gobierno pero-cristinista, está empeñado en lograr la impunidad de los ex funcionarios del régimen kirchnerista, condenados y procesados por corrupción. A quienes el sector más fanático del cristinismo llama engañosamente presos políticos.

Jaime, además, se halla procesado en otras causas judiciales. Y los familiares de las victimas de la tragedia de Once que dejó un saldo de 52 muertos, en febrero de 2012, lo sindican como principal responsable de ella.  Jaime fue responsable de mala administración de los fondos destinados al mantenimiento de los ferrocarriles. El mal estado de vías, material rodante y equipamiento, fue una de las causas determinantes del accidente.

Como correspondía hacerlo, la Cámara Federal de Casación Penal, rechazó el pedido interpretando que no había razones para beneficiar al exfuncionario con la prisión domiciliaria, y recordaron que Jaime no está actualmente con prisión preventiva sino cumpliendo una condena.

La Cámara sostiene en su fallo, que acceder a la solicitud del Gobierno podría hacer pasible a la Argentina de sanciones por no respetar la Convención Interamericana contra la Corrupción ni la Convención de las Naciones Unidas contra la Corrupción. Sin embargo otros implicados en hechos de corrupción procesados y condenados ya obtuvieron la presión domiciliaria como  el ex Ministro Julio De Vido, el ex Vice de Cristina, Amado Boudou y el dirigente Luis Delia.

Aparentemente Pietragalla actuó sin el consentimiento de sus superiores, tanto del Ministro del área como del Presidente.   Este lo citó para que le dé explicaciones, sin conocerse el dialogo que mantuvieron. Se estima que lo apercibió, pero una vez más, el Primer Mandatario, ante hechos reprochables protagonizados por sus íntimos allegados, que perjudican la imagen de su administración, no le pidió la renuncia. Y las situaciones se van sumando.