Vie. Mar 29th, 2024

-Algunos comparan este momento con el 2001, más que por la situación económica, por la tensión política y social.

-Son épocas distintas. La crisis de 2001 no se previó con la triste experiencia que nos quedó. En ese momento, nadie pensó que podían ocurrir hechos de semejante gravedad. En cambio, hoy, todos estamos preocupados por ver cómo se van a desarrollar los acontecimientos, con un dólar rozando los 40 pesos. Ahora, justamente, nadie quiere que se repita alguna de las circunstancias de 2001. Cualquiera de ellas: violencia, saqueos, corralito…

-En 35 años de democracia, ¿qué aprendimos?

-Aprendimos a defenderla. La democracia costó sangre, sudor y lágrimas. No hay vuelta atrás. En absoluto. Somos muchos quienes estamos dispuestos a defenderla. Cada día no puedo dejar de pensar que somos un país en democracia y lo vamos a seguir siendo.

– Con una pobreza del primer semestre de 27,5% y una proyección mayor para el segundo, ¿el país tiene oportunidad de remontar?

-Sí, por supuesto. Es un momento muy difícil. Pero venimos de 12 años donde la ex presidenta de la República, en la Universidad de Harvard, dijo a los jóvenes estudiantes que la entrevistaron que sus preguntas parecían formuladas “por chicos de La Matanza”. Un comentario tan hiriente y humillante para su propio país.

-El Gobierno reconoce que estamos en un momento difícil pero que vamos a salir. ¿Cómo lo analiza?

-Hay intereses prioritarios como la pobreza, la falta de trabajo y la inseguridad, que son gravísimos, porque hacen a la calidad de vida. Después, las idas y vueltas de la política son los acontecimientos habituales en un país que tiene tantos problemas. Cada nación lo soluciona a su manera. Lo que no es de ninguna manera aceptable, es lo que vivimos en dictadura.

Haber actuado en derechos humanos es una obligación moral y civil. No pasamos por esta vida distraídos”

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-¿Qué falta a nivel ciudadanos y dirigentes?

-Es un momento del mundo también muy difícil. Europa, con países milenarios como España o Inglaterra, tiene sus propios problemas. El Brexit no se hubiera previsto. Pero cuando miramos lo que está ocurriendo en Venezuela, por ejemplo, nos damos cuenta hasta qué punto es importante luchar por un país mejor. Creo que todos los argentinos estamos dispuestos a eso. Tener trabajo, educación y salud son metas importantísimas y también muy difíciles de cumplir. Porque dependen de otros factores como los mercados internacionales, de las ofertas laborales y el nivel de ejecutividad de las empresas.

-Entre las medidas del ajuste, se rebajó el Ministerio de Salud a Secretaría.

-No domino la estrategia de las categorías ministeriales. Pero deseo como ciudadana que eso no signifique una erogación más. Cuando se habla del ajuste y la gente se pone mal, hay que tener paciencia y ver bien cómo se irá realizando. Es fundamental no precipitarse.

-Pareciera que estamos en un equilibrio muy delicado. Entre caernos al precipicio o cruzar el puente…

-La voluntad general es atravesar el puente. Ya hemos vivido demasiados precipicios. Y obviamente es complicado, aún con el tarifazo y el dólar alto, pero las vías de esperanza no deben perderse nunca.

Estamos pasando una situación difícil, nadie lo niega. Pero hay mucho alarmismo y gente que se regodea en eso para causar más daño”

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-Y cuando ve tanta gente durmiendo en la calle, ¿qué siente?

-Es un espectáculo al cual jamás podré acostumbrarme. Algo atroz. En la Capital hay mucha gente y en el centro, más. De todas maneras, hay figuras sólidas que la opinión pública mira con esperanza y confianza.

-Luego del nuevo acuerdo con el FMI y tras el paro general de hace dos semanas, cómo lo ve al presidente Macri?

-Es cierto, hace poco se produjeron dos hechos particularmente importantes: la salida del presidente del BCRA, Luis Caputo, y el paro general de la CGT. El Presidente quizás nunca imaginó que le iban a tocar circunstancias como las que estamos atravesando. Sin embargo, por televisión, se lo ve en un actitud decidida no sólo hacia sus connacionales, sino también proyectando una imagen firme frente al exterior en un momento difícil. Es muy importante que los dirigentes sindicales y empresariales tengan conciencia de la enorme responsabilidad que les cabe en la realidad de todos los días de los argentinos.

-Algunos justifican que si no había ajuste, íbamos camino a ser Venezuela.

-Hay mucho alarmismo y hay gente que se regodea con esa situación. No creo que fuéramos a terminar como Venezuela. Es un momento particularmente difícil. Nadie lo niega. Pero tampoco estamos en una catástrofe.

-Con un país tan grande y tan rico, ¿se esperaba más de Cambiemos?

-Hubo una terrible sequía que produjo efectos desastrosos. El país tiene todo para seguir un buen rumbo. La democracia tiene sus relevos y sus tiempos. La clave es no alterar esos tiempos. Un país que hace eso entra en la angustia y el caos.

-La causa de los cuadernos de la corrupción, ¿provocó un bisagra en la opinión pública?

-Parece insólito que esos cuadernos sean parte de la realidad. Nadie puede prever el futuro. Pero lo importante es que las verdades no se oculten. Si los cuadernos tienen una verdadera utilidad, como son las excavaciones que se estuvieron haciendo en el sur y que aparezca lo que se supone que contienen los cuadernos, enhorabuena.

Hay problemas urgentes como el hambre y la vivienda. Debemos poder aliviarlos y encontrar a los culpables”

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-¿Aparecerá la plata de la corrupción?

-No tengo la menor idea. Ojalá lo supiera. Si en la provincia de Buenos Aires, al lado de una pileta, la escultura de un dragón estaba repleta de billetes…. puede pasar cualquier cosa. Hay hechos absolutamente impensables y que, sin embargo, ocurren. Apurar las conclusiones sería un error. Se tiene que investigar hasta las últimas consecuencias.

-¿Carolina Stanley y María Eugenia Vidal pueden ser candidatas en 2019?

-No me gusta pronosticar con un año de anticipación. Vayamos con calma. Es fundamental conservar el ánimo tranquilo y frío. Hay problemas urgentes como el hambre y la vivienda. La lista es larga. Debemos poder aliviar el dolor y la miseria. Y también encontrar a los culpables. Son carriles que van por separado. Pero los dos caminos deben ser recorridos. Por eso la situación es tan complicada.

-Habla de no adelantarse, pero los argentinos siempre especulamos.

-No hay que hacer comparaciones. Pero tanto la gobernadora María Eugenia Vidal como Laura Alonso (de la Oficina Anticorrupción) como la ministra de Desarrollo Social, Carolina Stanley, son mujeres fantásticas. Cada una en lo suyo, con una extraordinaria capacidad y un gran don de acercamiento a la gente. Podés estar de acuerdo, o no. Un año antes no se puede prever si serán presidenciables. La gente ve en Vidal sinceridad y honestidad. Ella es notable y merecedora de un gran respeto.

-A propósito de mujeres notables. Usted tuvo un rol fundamental en la lucha por los derechos humanos, sobre todo en la Comisión Nacional por la Desaparición de Personas (CONADEP).

-Eso era una obligación moral y civil, más allá del género. Creo en las obligaciones tanto civiles como espirituales. No pasamos por esta vida caminando distraídos. Tenemos deberes que cumplir. Y uno de esos deberes es evitar la violación de los derechos humanos. Lo pintan como un mérito, pero es una obligación.

-En épocas en que se habla tanto de feminismo y se busca reivindicar el lugar igualitario de la mujer, ¿qué piensa?

-Después de la Segunda Guerra, el mundo y la posición de la mujer cambiaron. Es mucho más igualitaria. De todas formas, en materia de género, es muy bueno que se haya debatido sobre el aborto. Y es urgente una modificación en la ley de educación sexual y dar la materia con todos los detalles en los colegios.

-El gradualismo que aplicó el Gobierno, ¿funcionó como una olla a presión? ¿Como la Alianza, cuando todo terminó con una explosión social?

-No hay que hablar de explosiones, sino de cambios. Si gobernar fuera tan fácil, la vida sería mucho menos complicada. Veo una sociedad preocupada y legítimamente. Pero eso es capitalizado por elementos políticos, como por ejemplo la gran cantidad de cortes en las calles. No tienen en cuenta la vida del prójimo. Y si uno se pregunta cuál fue el resultado de los cortes, vemos que ninguno.

Veo una sociedad preocupada y con razón. Pero también, noto elementos políticos que capitalizan la situación”

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-¿Qué le diría al Presidente ? ¿Habla con él?

-No tengo contacto. A todo presidente democrático le deseo la mejor suerte.

-Y a Cristina Kirchner, ¿qué le diría?

-Que a través del odio nunca se han logrado resultados positivos. Así de claro. Odiar no es lo opuesto a amar. Sino el ansia de destruir.

-Usted compartió la Academia Nacional de Periodismo con el Maestro “Menchi” Sábat. ¿Qué le dejó?

-Sin duda, Menchi fue el lápiz del siglo. Supo dominar el miedo lógico que lo debe haber acompañado, por ejemplo, cuando dibujó a los tres comandantes de la Junta Militar como viudas. Los mostró como tres mujeres que arrastraban los pies frente al avance incontenible de la democracia. Además, una poderosa CFK, calificó la representación que Menchi hizo de su sonrisa, como “cuasi mafiosa”, sólo porque dos bandas elásticas le pedían silencio y moderación a unos labios habituados a vituperar contra quien la contradijera. La actitud de Sábat siempre fue defender la verdad y erradicar la mentira. Nunca se inclinó ante nadie. Por eso jamás se irá.

-¿Qué rol tiene hoy el periodismo?

-Si bien existe un cambio desde lo tecnológico, la obligación del periodismo sigue siendo decir la verdad. Si no lo hacés, no sos un periodista. Sos un mentiroso. Es un trabajo fascinante. Lo volvería a elegir.

Café y dos medialunas, su conquista de libertad 

Sale al hall del edificio para recibirnos. Saluda a los encargados y termina de combinar con ellos un arreglo para su casa. Vuelve a entrar al departamento. Magdalena ofrece café, té y gaseosa. Insiste. Ya tiene listas las bandejas con las bebidas y las tazas. En el living de su planta baja en Recoleta entra el sol y su frondoso jardín por los ventanales. Magda muestra con orgullo las azaleas en flor. Un rayo de luz rebota en los sillones. Los almohadones llevan motivos de gatos. Tuvo cuatro. Todos rescatados de la calle. Pero Magda extraña en especial a Juárez. El Gato Juárez tiene una nota colgada, enmarcada y firmada por su dueña. Magda sirve el café. “Soy muy cafetera”, admite. Pero no es por eso de que pasó 30 años levantándose a las 4 de la madrugada. El café más bien parece un gesto de independencia, de libertad, en la vida de Magda. Un placer íntimo y personal. Le viene desde que tuvo su primer sueldo, a los 18 años. “En casa me daban mate cocido. ¡Y yo lo destetaba!”, exclama la menor de nueve hermanos. “Entonces, cuando tuve un poco de plata, me iba a desayunar al bar de la esquina, en Marcelo T. de Alvear y Libertad. Me pedía un café con leche y dos medialunas y leía los diarios”. Su primer trabajo fue en una publicación de la acción católica, “Gente Joven”, y de ahí pasó a Maribel, revista de Editorial Sopena. Se le ilumina la cara. Se disculpa y pide por favor a esta cronista si le molestaría subirse a una silla para alcanzar el último estante de la biblioteca. “Sería imprudente que yo lo hiciera”, se disculpa Magda. Me descalzo las botas, trepo al asiento que la otra Magda sostiene firme desde el piso. Me estiro. Ya casi lo logramos. Tengo los dos cuadernos “Éxito”, edición doble y con espiral. “No son los cuadernos de Oscar Centeno”, ironiza Magda. Contienen todas las historietas “María y su problema”, la columna semanal que escribía en 1960 en Maribel. Cada recorte, prolijamente pegado junto a su viñeta, está firmado por “Claudia”. ¿Por qué Claudia, Magda?, nos intriga. “Estaba de moda cambiarse de nombre, y a mí me gustaba ése, no sé por qué…”, razona.

Se casó a los 22 años con César Doretti. Tuvieron cinco hijos. De chiquitos, con sonrisas blanco y negro, pose en escalera, sonríen todos en las fotos de la misma biblioteca. El mayor, Edmundo, falleció hace varios años. La cara se le tensa a Magda. También cuando evoca al “Tano” Sergio Dellacha, su pareja durante 27 años. Jamás convivieron, “ese es el secreto”, admite, “salvo al final, cuando se enfermó”. Magda lo cuidó. “El Tano me enseñó mucho y me ordenó”, reflexiona la mujer que además de hacer radio la escucha mientras maneja.

¿Magda también maneja? ¡Sí! Y le acaban de renovar el registro por dos años más. Está feliz. “Jamás tuve una multa. Sólo una infracción porque estaba mal estacionada”, confiesa. E invita otro café.

ITINERARIO

Magdalena Ruiz Guiñazú es periodista de radio, gráfica, televisión y conduce “Esta semana”, los sábados por Radio Mitre; y “Magdalena y el país” por el Canal Metro. Con la llegada de la democracia, fue designada para integrar la CONADEP, que investigó la desaparición de personas durante la última dictadura militar. Magdalena, autora de varios libros, ganó 15 Martín Fierro, y el de Oro. En agosto fue distinguida por ADEPA con el Gran Premio de Honor por su trayectoria y por defender la libertad de expresión. Es ciudadana ilustre de la Ciudad de Buenos Aires, integra la Academia Nacional de Periodismo y el Foro de Periodismo Argentino.

AL TOQUE

Un proyecto: Escribir una novela.

Un desafío: Seguir trabajando en lo que me gusta.

Un recuerdo: Los seres queridos que ya no están.

Un líder: Alfonsín.

Un prócer: Nunca pensé en un prócer.

Una sociedad que admire: Las sociedades igualitarias.

Una persona que admire: Hay muchas. No soy adicta de admiradores ni creadora de héroes.

Una comida: Toda. Me gusta comer y cocinar.

Una bebida: No tomo alcohol. Pero champagne para brindar, Un placer Lectura y cine.

Un libro: “Cien años de soledad”, de García Márquez.

Una película: “Lo que el viento se llevó”, siempre me fascinó. Y cada vez que la poníamos en la casetera, mis hijos se quejaban, pero a los 5 minutos ya estaban enganchados mirando.

Una serie: “The Crown”, la vi con mis chicos en la computadora. 

Fuente: Diario Clarin