El zigzagueo de la CGT tuvo su correlato en las listas de postulantes para el Congreso nacional con una ausencia casi absoluta. Sólo el mecánico Mario Manrique (adjunto de Smata) obtuvo una garantía de banca con el tercer puesto en la nómina para la Cámara baja por la provincia de Buenos Aires pero en modo alguno fue una concesión a la central obrera: primariamente fue por su pertenencia y militancia kirchnerista, y en segunda instancia por formar parte de un sindicato industrial clave. «Es verdad que no pusimos candidatos pero al menos metimos la fórmula», se jactó este fin de semana Daer en diálogo con AM 750.
Lecturas aparte, tan gratificante resultó al paladar de la CGT la nominación de Massa que hasta lo dejaron a salvo de las críticas constantes al Gobierno por la falta de cumplimiento a sus promesas de desembolsos extraordinarios para las obras sociales sindicales. De hecho, como publicó este diario, las quejas se focalizaron en las últimas semanas en la ministra de Salud, Carla Vizzotti, que en lo formal tiene pocos resortes en la materia en comparación con los que detentan Alberto Fernández y el propio jefe de Economía.