Mié. Oct 29th, 2025

Uber y Cabify son dos empresas dedicadas a proveer transporte como un servicio, utilizando aplicaciones móviles para teléfonos inteligentes.  Los vehículos son conducidos por proveedores autónomos.

Uber es estadounidense y tiene su sede en la ciudad de San Francisco y opera en más de 900 áreas metropolitanas de todo el mundo. Cabify es española y cubre un territorio similar. Son modalidades de transporte parecidas a las prestadas por los remises.

En Tucumán, a semejanza de las grandes ciudades del planeta, Uber brinda un excelente servicio. Pero en la última sesión, la Legislatura derogó la ley N° 9.352, que regulaba estos servicios.

La derogación de la ley fue impulsada por el legislador Armando Cortalezzi (FdT) con dictamen favorable de la comisión de Transporte, que preside el legislador Tulio Caponio.

Entre los argumentos esgrimidos por Cortalezzi sostiene que la provincia no está preparada para permitir dicha actividad dado que la Capital no cuenta con la infraestructura vial adecuada y que este tipo de servicio complica la circulación vehicular.  Un argumento que no se sostiene, porque el mismo podría utilizarse para prohibir el servicio de taxi o de remises.  En cuanto a que Uber representa una competencia desigual con los taxistas, tampoco es válido, ya que en muchas ciudades son los mismos taxistas los que se adhieren a Uber o a Cabify.

Si en cada incorporación de modalidades nuevas de servicios basados en tecnologías digitales o electrónicas, que son bien recibidas en el mundo, en Tucumán se las prohíbe, los tucumanos quedaríamos congelados en el siglo XX sin perspectivas de avances.

Cortalezzi, acompañado por los legisladores que votaron por derogar la ley, equivocan el camino. Debieron actuar como mediadores entre los prestadores de Uber y los taxímetreros. Nada impide que el eficiente servicio de Uber sea prestado por taxistas registrados. El que ha viajado por el mundo bien conoce esto.

Recordemos los efectos que provocó la revolución industrial que se inició en el siglo XVIII y tuvo su gran expansión en el siglo XIX.  Muchas actividades desaparecieron y muchas otras debieron ajustarse a los cambios. También muchos se opusieron a ella como se pueden oponer a una ola gigantesca.  El resultado fue que a partir de la Revolución Industrial, la riqueza y el PBI se multiplicaron exponencialmente, como nunca antes en la historia. El PBI durante siglos había permanecido estancado.

En plena revolución tecnológica, muchos cambios económicos y sociales se producirán y el desafió será muy complejo. Lo estamos viendo en el notable incremento del comercio electrónico.

Habrá ganadores y perdedores, pero los taxistas no serán perdedores, continuarán trabajando, pero deberán adaptarse a las nuevas modalidades.