El kirchnerismo, con su socialismo mal entendido, ha arrasado con la economía, destruida la educación, generado mayor pobreza, endeudado al país, suscitado mayor delincuencia y ahora, como culminación de su tarea destructiva, está demoliendo las instituciones. Echar la culpa de la situación actual a los cuatro años de Macri es una falacia fácilmente rebatible, son 12 años de mala gestión del matrimonio sureño, a los que se suman los dos años y medio del peor gobierno de la historia, el de Alberto y Cristina.
Lo que nos ocurre hoy es una tragedia de múltiples rostros, pero no es consecuencia de una guerra, ni de un huracán, ni de un terremoto, ni de la pandemia (también mal gestionada), sino es el producto de la incapacidad de los gobernantes, de la falta de idoneidad de los funcionarios y de pésimas recetas populistas, que siempre terminan mal.
Ciertamente que Cristina, como indiscutida jefa del kirchnerismo, ha vuelto a concentrar las miradas de todo el país, no por hechos y acciones positivas, sino por su conflicto con el poder judicial. Ella y algunos de sus hombres más cercanos, son responsables de un monumental saqueo al Estado, que la justicia está develando y que un valeroso fiscal, con irrefutables pruebas, exhibe ante quienes deben juzgarla, el tribunal oral federal número dos.
El peronismo dominado por la vicepresidenta, se ha declarado en alerta y movilización, para defenderla. ¿Defenderla de qué? ¿Acaso acecha a Cristina algún monstruo o algún terrible mal? ¿o busca defenderla del justiciero accionar de la justicia? Más allá de las presiones que el mismo kirchnerismo ejerce sobre los jueces y fiscales, todavía sobrevive una justicia independiente que honra a la República. Bien deberían saber todos los actores políticos que una justicia independiente es condición básica de un sistema republicano de gobierno. El peronismo, al defender a Cristina, acusada de corrupción, está avalando uno de los peores males de un país. Porque la corrupción genera pobreza, entorpece el desarrollo, hacer huir a la inversión y debilita a las instituciones.
El peronismo tampoco se ha colocado del lado del pueblo, que quiere ver presa a Cristina. Según una encuesta de Giacobbe y Asociados, publicada por Newsweek y Perfil, entre otros, el 67% (de los encuestados) quiere que CFK vaya presa. 21% que no. Hay un 11% que le da lo mismo, según Giacobbe estos conforman un kirchnerismo incómodo al cual ella está tratando de no perder para el 2023.
Una frase antigua hacía decir a un militante peronista: “yo te acompaño hasta la puerta del cementerio, pero no entro con vos” Hoy pareciera que el peronismo, que siempre buscó diferenciarse del kirchnerismo, está dispuesto a incinerarse junto a Cristina. Sería muy malo para la democracia argentina y esperemos que el partido fundado por Perón quien insistía que el justicialismo no es socialismo, reaccione y sepa desprenderse a tiempo de la rémora que es Cristina para su supervivencia.
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