Vie. Mar 29th, 2024

De perfil muy bajo, nadie imaginó que este 2021 Guillermina Valdés iba a ser una de las grandes protagonistas de ShowMatch. Sin embargo, con una personalidad y estilo únicos, se ganó un lugar en el jurado de La Academia, donde sorprendió en más de una ocasión con sus divertidos cruces al aire con Marcelo Tinelli, el conductor del programa y su pareja desde hace casi nueve años.

Todo comenzó casi de casualidad, cuando la convocaron como reemplazo de Ángel de Brito, que se había contagiado de coronavirus. Luego, Carolina Pampita Ardohain tuvo que tomarse una semana de licencia por maternidad, y ya después el cariño del público hizo que la producción la convenciera para que se quedara como integrante fija del jurado.

Pero además de tener su costado público, Valdés es una mamá full time que está pendiente de todo lo que le pasa a sus hijos, Dante, Paloma, Helena y el pequeño Lolo. Con Tinelli lograron construir una gran familia ensamblada en la que, según sus propias palabras, “se enriquecen mutuamente”. Y como si esto fuera poco, también es una mujer emprendedora, faceta que hoy desempeña con GUIV, su marca de productos cosméticos.

—¿Qué balance hacés de tu participación este año como jurado? ¿Lo sentís como una revelación?

—Empecé mi reemplazo con Ángel y sabía que quizás era un año que me iban a volver a necesitar: era una opción que alguien dé positivo en algún momento, y si me necesitaban, yo estaba disponible. No lo siento como una revelación, sino como un aprendizaje. En realidad, sí fue una revelación para mí de un espacio que pude ocupar, disfrutar, aprendí mucho, y lo agradezco… Fue como una academia de oratoria, de un montón de cuestiones que fui aprendiendo en esto de improvisar en un show en vivo, en un espacio en donde nunca había estado. Y también trabajando con mi pareja. Así que fue un desafío y lo súper disfruté.

—¿Con qué integrante del jurado lograste tener una relación más cercana, y con cuál menos?

—Relación cercana tengo con todos, quizás un poco más cercana con Caro y Jime (Barón), porque las tengo al lado y me divierto un montón. Somos las tres tan diferentes, pero es como que, al menos yo, iba a decir nos enriquecemos, pero no lo sé. Yo por lo menos me enriquezco de las diferencias, aprendo, son mujeres que admiro, que me gusta su trabajo, cómo piensan muchas veces, más allá de que, como dije antes, somos diferentes. Y con Ángel también hablamos bastante, a veces nos volvemos juntos de Don Torcuato a Capital. A Hernán (Piquín) no lo veo tanto, pero me parece un amor de persona.

—¿Cuál es la cualidad que más resaltás de Marcelo?

—Un montón: su energía, su confianza, su entereza, su templanza… Tiene muchas cosas que son valores que yo puedo admirar y aprender también muchas veces. Lo emprendedor que es: genera todo el tiempo espacios, no solo laborales sino de otro tipo también, en lo social; a él le gustan muchos los encuentros. Es una persona con la cual me enriquezco también, y me pasa lo que decía antes: somos diferentes, nos enriquecemos. Y acá si puedo hablar en plural: es mutuo, los dos lo sentimos así, como que potenciamos nuestras diferencias, nos complementamos y estamos muy bien. Somos una pareja que es muy par, nos sentimos pares, no es que uno tiene algo sobre el otro, que uno necesita al otro. Elegimos compartir este momento de la vida juntos, y entendemos que queremos que siga así siempre, porque uno cuando está en pareja siente eso. Es un gran maestro para mí también.

—¿Qué te pasa cuando lo critican?

—Él me enseñó a no iluminar las críticas o saber que son ruidos, y que lo bueno y lo malo simplemente son miradas del exterior, que uno ya sabe que son pasajeras. Él siempre lo tomó así. Yo también, y cada vez me afecta menos cuando escucho las críticas; antes me afectaba un poquito más.

—¿Qué es lo que más te enseñan tus hijos como mamá? Te vimos muy emocionada cuando hubo un homenaje que los tocó de cerca…

—De mis hijos… es la línea que cruza mi existencia, esta cuestión del aprendizaje, de los maestros, porque me parece que todas las personas que están en nuestra vida vienen para iluminar ciertos temas, para traernos desafíos, aprendizajes. Mis hijos son mis mejores maestros, en donde uno siente muchas veces la incomodidad, la necesidad de poner límites, hasta dónde… Tengo tres hijos adolescentes, uno más pequeño, así que estoy con muchas variables siempre a mí alrededor. Y sí, el homenaje me tocó de cerca y me emocioné. Transito las cosas con verdad y con trasparencia, así que lo que me pasó, me pasó ahí, y lo dejé fluir, porque si uno traba las emociones o las guarda, es raro. Uno no tiene nada que esconder, por lo menos yo, así que lo sentí de esa manera.

—¿Qué es lo que más te sorprende de la personalidad de Lolo?

—De Lolo me sorprende que tiene mucha energía, es un ariano muy decidido. A la vez, es muy sensible. Me gusta esta combinación de sensibilidad y energía, esa cosa de fuego, enérgica, de fortaleza, de ganas, de garra, pero a la vez de sensibilidad, de conexión… Por ejemplo, te dice algo y te quedás pasmada y no podés creer que haya visto eso. Él me sorprende todos los días, tiene esa alquimia entre fortaleza y dulzura que me encanta.

—Sos también una mujer emprendedora: lanzaste GUIV, tu marca de cosméticos.

—Empecé a gestarlo hace bastante, es como un hijito para mí. Tenía este sueño de crear una línea cosmética clean, que tenga que ver con que no tiene sulfato, parabeno, no es testeada en animales, y sirve. Quería que estuviera acá, en Argentina. Soy de probar mucho y muy curiosa con el tema de la piel. Hace casi tres años que estamos en el mercado y nos está yendo muy bien. Estoy muy contenta y agradecida porque cuando uno hace lo que le gusta, y puede concretar un sueño, es un placer.

—Tenés un gran costado solidario que muy pocas personas conocen, ¿siempre fuiste así?

—Siento que somos todos iguales. Me pasó desde muy chiquita: no siento diferencia entre las personas, nunca las dividí por estar en un lugar u otro, tener cierto poder adquisitivo o clase social, color de piel, peso o estatura; entonces, siempre me sentí como ciudadana del mundo. Tengo algo de fraternidad con las personas, y a veces uno se acerca y ayuda. Es solo eso: es empatía, es poder ponerse en el lugar del otro. Pero no es algo que me guste tanto compartir.

—¿Tenés algún hobby que desconozcamos?

—Me gusta mucho leer, soy una comedora serial de libros. Me encantaría tener más tiempo para leer más porque me hace muy bien, me hace viajar. Nunca me aburro, desde que incorporé el hábito de la lectura entendí que no existe el aburrimiento. Tengo ocupaciones, acciones o hábitos que en general hacen mi día a día, mi vida, y cuando tengo un huequito, leo. Si yo tengo un buen libro cerca, yo estoy muy bien, más allá de los problemas y las cuestiones que puedan surgir.