La Champions League necesitaba sus luces y sus apariciones. Y ahí estaba él, bajo el cielo holandés, para ofrecerlas. Lionel Messi volvió al mayor torneo de clubes de Europa, luego de haber sufrido una fractura en el radio de su brazo derecho, el pasado 20 de octubre ante el Sevilla. Volvió a su modo y manera: con los mejores destellos. Con un gol para la historia: el que lo convirtió en el máximo anotador de la Champions con una sola camiseta (con 106). Para que el pedestal de los récords lo siga ofreciendo como su habitual residente.
El rosarino estuvo presente en la visita de Barcelona al PSV Eindhoven, por el Grupo B. Los de Ernesto Valverde necesitaban sumar al menos un empate para sellar su clasificación a octavos de final. Pero lo sobró al gigante catalán: se impuso 2-1 en Eindhoven para garantizar el liderazgo en el grupo.
El Barcelona disputó -sobre todo en el primer tiempo- un partido parejo, con pocas llegadas, con algunos riesgos, sin grandes actuaciones individuales. En apariencia, al cabo de la etapa inaugural, un partido de esos que se resuelven en un detalle. “Partido de un gol o de un error”, como dicen los que conocen las escaleras que conducen a la popular. O algo así.
Pero había otro capítulo. El que siempre se puede esperar. El de Messi. El del Mago. El del hombre capaz de transformar un partido incómodo en una celebración del gol estupendo.
Arrancó apenas atrás de la mitad de la cancha. Vio obstáculos y vio posibilidades. Gambeteó en su velocidad de crack irrepetible, se la pasó a Ousmane Dembelé, fue a buscar la devolución y definió a su modo y manera: impecable.
Después de Messi sucedió un partido distinto. Más atractivo. Con más espacios. Con más llegadas. Incluso hasta menos previsible. También hubo dos goles: el primero, el que resolvió la cuestión para los blaugranas, a través de Gerard Piqué. Luego, el descuento tardío de De Jong, a ocho minutos del final. El desenlace ya estaba escrito.
El equipo de Valverde no contó con siete jugadores, todos ellos lesionados. Así, la “enfermería” del Barcelona la componen Luis Suárez (molestias en la rodilla derecha), Rafinha (rotura del ligamento cruzado anterior de la rodilla izquierda), Sergi Roberto (rotura en el semimembranoso de la pierna izquierda), Arthur (sobrecarga en los aductores), Jasper Cillessen (rotura del recto anterior), Vermaelen (lesión en el bíceps femoral de la pierna derecha), y Sergi Samper (se recupera de la operación por la fractura en el maléolo peroneal y ruptura del ligamento lateral interno del tobillo izquierdo).
Pero el regreso de Messi era otra cosa: el eclipse perfecto. Con él todo es posible. Titula, desde el lugar de los hechos, el diario catalán Mundo Deportivo:“Messi mete al Barça en octavos como primero de grupo”.
El Barcelona, firme en la Champions y escolta de Sevilla en la Liga (a un punto), está tratando de recuperar su marcha de apariencia implacable. Y, parece, no es ajeno a la autocrítica. Lo señaló el entrenador Valverde:“Lo peor ha sido el comienzo, hemos sufrido en la salida de juego con ellos muy pendientes de apretarnos. Hemos tenido un par de pérdidas que nos han generado inseguridad y se han animado. Pero poco a poco han bajado su presión y hemos llegado más claramente arriba. Resolvimos bien”.
También elogió -claro, inevitablemente- la actuación de Messi y la de Arturo Vidal. Lucía feliz en la conferencia de prensa. Pero sin estridencias. “Esto sigue. Pero vamos por más. Y tenemos al mejor”, expresó a modo de síntesis. El Barça, hoy.