El Ejército israelí, cuestionado por no haber impedido el ataque, declaró que había recuperado el control de la mayoría de los puntos de infiltración, matado a cientos de atacantes y tomado prisioneros a docenas más, pero que seguía combatiendo en algunos lugares.
Afirmó que había desplegado decenas de miles de soldados en los alrededores de Gaza, una estrecha franja en la que viven 2,3 millones de palestinos, y que planeaba evacuar a todos los israelíes que vivieran alrededor de la frontera del territorio.
«Vamos a atacar duramente a Hamás y esto va a ser un largo recorrido«, dijo un portavoz militar en una reunión informativa con periodistas.
La defensa de un portavoz de Hamás sobre el ataque a Israel
En Gaza, Abdel-Latif al-Qanoua, portavoz de Hamás, declaró que el ataque del sábado había sido «en defensa de nuestro pueblo», y añadió que los combatientes del grupo seguían lanzando cohetes y realizando operaciones tras las líneas.
El ataque supuso la mayor y más mortífera incursión en Israel desde que Egipto y Siria lanzaran un repentino asalto en un intento de recuperar territorio perdido en la guerra del Yom Kippur hace 50 años.
El conflicto podría socavar las medidas respaldadas por Estados Unidos para normalizar las relaciones entre Israel y Arabia Saudita, un reajuste de la seguridad que podría amenazar las esperanzas palestinas de autodeterminación y doblegar al principal apoyo de Hamás, Irán.
Hezbolá, el otro gran aliado regional de Teherán, libró una guerra contra Israel en 2006 y, desde entonces, las tensiones han recrudecido con regularidad. «Recomendamos a Hezbolá que no intervenga y no creo que lo haga», declaró el portavoz del Ejército israelí.