Jue. Mar 28th, 2024

Las tomas de tierras, en Buenos Aires y en diferentes lugares del país, han adquirido dimensiones nunca vistas y complica al gobierno de Alberto Fernández y al de Axel Kiciloff.  Se afirma que en la Provincia gobernada por el ex Ministro de Economía, las usurpaciones suman entre 4300 y 4500 hectáreas. Visto desde cualquier óptica se muestra como un fenómeno que linda el absurdo.

Juan Grabois, que en su momento se presentó como amigo del Papa Francisco y es el fundador del Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE) y principal referente de la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular,(CTEP),anunció a comienzos de Agosto, que había una oleada de toma de tierras y pronosticó que se iba a profundizar.

Lo justificó en que “la gente no va a querer seguir viviendo hacinada con el coronavirus dando vueltas”, y aclaró que la ocupación ilegal de terrenos no solo se produce en el conurbano bonaerense sino también en el interior del país. El amigo del Papa, solicitó al gobierno ocuparse de esta situación y hasta sugirió una solución al respecto: “Es más inteligente lotear la tierra, ponerle agua, luz y cloaca y darle a la gente para que se haga su casa”.

El problema de las usurpaciones que complica tanto al gobierno nacional, como a los provinciales, es muy complejo y se teme por el efecto cascada que podría replicarse en un sinnúmero de veces. Las tomas de tierras se producen de muy distintas formas.

No es lo mismo cuando familias o grupos de vecinos ingresan por su cuenta en casas o terrenos desocupados y resisten hasta que la ley o sus dueños los puedan sacar, que las poderosas organizaciones delictivas, las que, con procedimientos mafiosos, se abren camino a los tiros y planifican cuidadosamente las tomas. Luego venden o alquilan los lotes. También están los seudo mapuches de Villa Mascardi que dicen ocupar las tierras porque ancestralmente les pertenecen.

En el gobierno se dieron discursos contradictorios, la Ministra de Seguridad Sabina Frederic, afirmó que las usurpaciones no constituyen un delito, por el contrario, denunció judicialmente a los vecinos que protestaban por las tomas. Axel Kiciloff en cierta manera justificó las usurpaciones, «Es innegable que hay una necesidad», dijo el mandatario, y consideró que «puede ocurrir» que haya intereses políticos detrás de la toma de tierras que se multiplican en todo el territorio provincial. Pero también extendió culpas a Juntos por el Cambio: dijo que «se habían dejado muchas casas sin terminar en la provincia, algunas en últimos cuatro años».

Muy preocupados, los intendentes y algunos gobernadores afectados por el conflicto, reclamaron del gobierno nacional una solución. Finalmente, después de la toma de más de 100 hectáreas en Guernica, en el partido de Presidente Perón, el Gobierno comenzó a ensayar una salida. Los alcaldes habían expuesto sus quejas. «Si Axel se sigue parando en una zona gris nos van a tomar la provincia», contó uno de los intendentes peronistas.

Todos se asustaron al ver una fotografía de la agencia AFP. Las fotos aéreas muestran un descampado gigante, con más de 2.500 familias que se fueron instalando con carpas o construcciones precarias hechas con chapas, maderas, telas y hasta bolsas de nailon.  

Ante la reacción de un gobierno temeroso de que el asunto derive en un problema de impensadas consecuencias, volvió a tallar Grabois. Expuso por Facebook su punto de vista. Dijo que odia las tomas, aunque las avaló. «Ocupar no es usurpar», escribió, y cruzó a los dirigentes «del espacio político al que todavía pertenezco (el Frente para todos) de apresurarse a decir que las ocupaciones de tierra son delito».  Exteriorizó que muchos se sienten atraídos por posiciones similares a las del macrismo y se preguntó por qué el Estado «no puede garantizar un lote para cada familia».

El problema se circunscribe al oficialismo gobernante, a los sectores que hoy se muestran enfrentados entre sí. Desde la orilla opuesta, solo Elisa Carrió intervino; irrumpió en TN Central cuando se entrevistaba al ministro de seguridad bonaerense, Sergio Berni. Despotricó contra Massa, contra La Cámpora, contra la izquierda y contra el mismo Berni. Y con su conocida actitud enigmática que suele utilizar, dijo que le había mandado un mensaje al Papa.

Carrió señala: «El Papa bendijo a este Gobierno, bendijo a los corruptos, recibió a sindicalistas mafiosos, hizo todo lo posible para que Fernández ganara y tiene a Grabois como vocero. Francisco se sacó fotos con todos estos y habilitó el actual esquema de poder. Hoy tiene que parar la violencia. Digo todo lo que digo con conciencia cristiana. No me pidan que sea hipócrita».[i]

Si Alberto quiere transitar por un estado de derecho, debe impedir las tomas, pero por ahora el conflicto tiene un final abierto.