Vuelvo sobre el discurso del presidente al dejar inaugurado el año legislativo. No caben dudas de que Alberto Fernández que se jacta de ser profesor de derecho, no conoce las bases mismas de nuestra Constitución que se asienta en el sistema republicano de gobierno. La presencia del primer mandatario en la Asamblea legislativa tiene por finalidad, informar sobre el estado de la Nación y poner a consideración las medidas que juzgue necesarias y convenientes para su gobierno. [i]
No cumplió con esta disposición, lo del miércoles 1° fue un discurso de campaña, con un largo listado de supuestos logros, algunos fácilmente calificables de falsos y otros de discutibles y abjurando del sistema democrático republicano de separación de los poderes, al criticar de manera desaforada y a los gritos, a la Suprema Corte de Justicia.
Fue muy penoso observar a un presidente que perdió junto a los estribos, los escasos restos de su dignidad. Es inaceptable criticar a la Corte por sus recientes fallos sobre la coparticipación de la Ciudad de Buenos Aires y la inconstitucionalidad del Consejo de la Magistratura. A muy escasa distancia se podía ver al presidente del supremo tribunal Horacio Rosatti y a su Vicepresidente, Carlos Rosenkrantz, escuchar imperturbables a este iracundo Alberto atacarlos ferozmente. Este irritante momento sufrido por los jueces, muestra la falta de clase y de civilidad del propio Fernández. Bien podría no haberlos invitado al Acto.
Los datos y las referencias citadas por el presidente forman parte de su propia realidad. Verdades que solo habitan en su enmarañada y confusa cabeza. Ahora busca ser reelecto en un cargo que no supo ejercer con idoneidad y mucho menos con honestidad intelectual y moral. Es que, si bien se jacta de su honestidad económica, nada dice de su honestidad moral al desdecirse sin pudor alguno de afirmaciones anteriores. Como lo afirma un periodista de un prestigioso medio nacional, Alberto es un hombre de “convicciones fugaces”. Tampoco toma conciencia del enorme daño institucional que viene produciendo con sus acciones, o acaso cree que el juicio a la Corte aporta algo a la institucionalidad del país. El mundo entero le ha advertido que este juicio va contra principios básicos de la República y que Argentina se verá muy afectada por este absurdo proceso.
Entre tantas falsedades destaco otra. Dijo que ha reinsertado al país en el mundo. ¿Creerá realmente que Nicaragua, Venezuela, Cuba son referencias del mundo? A estos regímenes totalitarios si se ha acercado. O a Rusia, cuando en vísperas de la invasión a Ucrania, le ofreció a Putin, que Argentina sea la puerta de entrada de su país a Latinoamérica. ¿Podíamos observar que el presidente ruso lo miraba como diciendo, “de donde salió este”?
En definitiva, un discurso propio de un mandatario que vive en una burbuja, que solo tiene un 8 % de valoración positiva y 70 % de negativa[ii]. Una despedida del Congreso de un presidente que nunca encontró un objetivo, un motivo que justificara sentarse en el Sillón de Rivadavia. Cuatro años de intentar quedar bien con su mentora y no lo consiguió, solo recogió de ella desdén e indiferencia.