El asesinato de Andrés Blaquier ha conmocionado a toda la Nación. No se trata de un crimen más de los tantos que diariamente se producen en el país, las condiciones en que fue baleado, un intento de robarle su moto, el lugar donde se produce el hecho, la autopista panamericana, la edad del presunto asesino y la de su cómplice,18 años, la peligrosidad del individuo, varias veces procesado, y la increíble pasividad de la justicia lo convierten en un “leading case”.

Sergio Berni contó que el asesino de Blaquier tiene más detenciones que años. Tiene 18 años y fue detenido 21 veces por cometer delitos y fue liberado igual número de veces por una justicia permisiva. Berni, quien es responsable de la seguridad en la provincia de Buenos Aires, afirmó que esta fue la crónica de una muerte anunciada que se podría haber evitado, que no es un hecho aislado y que pasa todos los días. Claro está que se podría haber evitado y que las muertes generadas por la inseguridad son la moneda corriente de cada día. Pero no se necesitan relatores ni cronistas de los hechos, se necesitan funcionarios capacitados y con la decisión de avanzar en la solución de uno de los problemas más acuciantes que sufre la sociedad argentina.

Pero esta justicia está condicionada por las teorías del ex ministro de la Corte Eugenio Zaffaroni, devoto cristinista, quien logró imponer su caprichosa Teoría Finalista, garantista del delito, en contraposición a la Teoría Causalista o tradicional. Zaffaroni interpreta que el delincuente resulta ser víctima de la sociedad organizada, y en función de ello la sociedad, debe por todos los medios posibles reinsertar al delincuente en la comunidad organizada, aún a costa de la propia víctima. Las enseñanzas del ex ministro de la corte resultaron nefastas para el país, ya que muchos juristas fueron seducidos por su razonamiento, a todas luces siniestro.
El que delinque tiene que estar entre rejas para que los ciudadanos honestos puedan transitar sin temor, trabajar sin miedo, concurrir con su familia a cualquier espacio público con la seguridad que el Estado debe garantizar.
Dice Berni que la seguridad es una construcción social. Diferenciándome del ministro, digo que la seguridad es un sistema complejo que debe ser articulado por el Estado. En la etapa pre delictiva o sea la etapa preventiva el Estado debe actuar a través de políticas sociales, educativas y comunicacionales; cometido el delito, debe intervenir la justicia, investigando y condenando al autor del delito, con rapidez y eficiencia; y la última etapa, la carcelaria, que tenga la finalidad cierta de reinsertar en la sociedad al individuo que ha errado el camino, mediante establecimientos sanos y limpios, “para seguridad y no para castigo de los reos detenidos en ellas” como lo señala el art. 18 de la Constitución Nacional.

En Tucumán se está construyendo una nueva cárcel en Benjamín Paz, urge terminarla y habilitarla, para descongestionar el sistema y terminar con el trato infrahumano que hoy se les da a los convictos alojados precariamente en institutos y comisarías. La Nación debería encarar en todo el país, un amplio programa de construcción de cárceles, para resolver la actual situación de escasez de ellas. Es el primer paso para estructurar un sistema de seguridad adecuado.