En la economía de un país es imprescindible establecer objetivos, metas, propósitos y finalidades, para eso se fijan planes y programas que deben ser mantenidos en el tiempo, como políticas de Estado. Esto lo han entendido así la mayoría de los países que progresan y se desarrollan, con independencia de los vaivenes de la política. En países como España, hay cambios de gobierno, pero los lineamientos económicos fundamentales, se mantienen sin cambios, solo se producen pequeñas variaciones según las administraciones sean de derecha o de izquierda. A nadie se le ocurre hablar de reformulación de una política económica y muchos menos de refundación del Estado, como suele hablarse por estos lares. De hecho, las políticas macroeconómicas se mantienen invariables en el tiempo. Un ejemplo son los países que conforman la Unión Europea. Además de una moneda común, se han establecido líneas de actuación que los estados miembros deben seguir en determinados ámbitos, que afectan directamente a la vida de los ciudadanos y de las empresas. Así han logrado ya, décadas de estabilidad, progreso y mejoras en la calidad de vida de sus ciudadanos. Los argentinos tenemos que aprender de ellos.
Del mismo modo, los países mantienen una línea en política exterior, que se prolonga más allá de los cambios de gobierno. En los últimos días, hemos visto con asombro a nuestra Argentina saltar como un saltimbanqui de un extremo a otro en relación a Venezuela que ha llegado a avergonzarnos.
El 29 de Septiembre ultimo, el embajador argentino ante la OEA, Carlos Raimundi tuvo una lamentable intervención en un plenario de la organización, cuando surgió el tema Venezuela. Allí señaló muy suelto de cuerpo, en nombre de nuestro país, que «Venezuela ha sufrido un fuerte asedio de intervencionismo, hubo amenazas de intervención, operativos y cortes de energía a las centrales, que han generado serias cuestiones de violación a los derechos humanos». En lugar de condenar a Venezuela conforme a lo comprobado por la Alta Comisionada para los DDHH, Michele Bachelet, se dedicó a justificar al régimen de Maduro. Tanto el Canciller Felipe Sola como el presidente Alberto Fernández, se apartaron de la posición de Raimundi y lo descalificaron, aclarando que sus instrucciones eran contrarias a lo expuesto por el Embajador. Sin embargo, no le pidieron la renuncia ante tan grave falta y aún continúa en el cargo. Golazo en contra para Argentina.
Demostrado está que el régimen de Maduro no respeta los DDHH, que está al margen de las instituciones republicanas y que merece la condena de los países de América. Justamente eso es lo que sucedió el 6 de octubre. Nuestro país votó junto a otros 21 países, la condena a Venezuela en el Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas, donde se insta al régimen de Maduro a atender las denuncias realizadas por la Alta Comisionada de Derechos Humanos. El documento aprobado en la ONU también exige a Venezuela, elecciones “libres, limpias, transparentes y creíbles”, rechaza “todo tipo de injerencia extranjera en el plano militar, de seguridad o de inteligencia”, exhorta a todos los partidos a poner en marcha “sin demora” elecciones presidenciales y revela un “estado de alerta” por la profundización de la crisis humanitaria bajo el régimen de Maduro en medio de la pandemia de COVID-19. Gol a favor de Argentina, partido hasta el momento empatado
Ahora nuestro país volvió a cambiar de posicionamiento. El gobierno no quiso firmar una declaración del Grupo de Lima donde llama a rechazar las elecciones de diciembre próximo en Venezuela. Donde además se pide que los informes sobre violaciones a los Derechos Humanos, del gobierno de Nicolás Maduro, sirvan de prueba a la Corte Penal Internacional (CPI). También se solicita que se investiguen “las conexiones del régimen ilegítimo con el crimen organizado, el terrorismo y las redes de corrupción transnacionales”.
Nuestra Cancillería dice que no se suscribió el documento porque.“No se condice con la posición de nuestro país”. Firmaron el documento Bolivia, Brasil, Canadá, Chile, Colombia, Costa Rica, Guatemala, Haití, Honduras, Panamá, Paraguay, Perú y Venezuela, representada por el gobierno interino de Juan Guaidó. ¿Cual es la posición de nuestro país, si zigzaguea como un borracho? Otro gol en contra de Argentina, que ya pierde 2 a 1.
¿Quién puede confiar en un zigzagueante saltimbaqui? A eso nos ha reducido este gobierno. De la Argentina cuya palabra rectora era escuchada, valorada y respetada en los cuatro puntos cardinales del planeta, nada queda. Hoy somos con asombro,el hazme reír del mundo.