Jue. Mar 28th, 2024

“Mi mamá no sabía qué estaba haciendo cuando me iba con la bici; porque estaba afuera y desaparecía. Y una vez le mostré que había sacado un truco nuevo y se asustó. Me pidió que no lo hiciera más. Pero le dije que lo iba a seguir haciendo”, narra entre risas la flamante campeona olímpica Agustina Roth al rememorar su vínculo con el BMX. Agolpada entre los miembros de su equipo, se hace un tiempo para hablar bajo los árboles del Parque Urbano, escenario en el que horas antes supo deslumbrar a los jurados con su bicicleta.

La ecuación parece simple para la chica de oro: no existen barreras cuando se descubre la pasión. En su Bahía Blanca natal y a sus 13 años, se encontró casi de casualidad con el BMX. “Estaba con un amigo dando vueltas en bici por la vereda y nos llevaron a un parque donde estaban un par de chicos andando y dijimos: ‘Qué buena onda, vamos a sumarnos’. Y se acercó uno de ellos que había armado unas rampas, y nos dijo que le gustaba como nos manejábamos con la bici y nos ofreció empezar en su escuelita”, cuenta con precisión.

“Cuando empezaron a surgir competencias dentro de Bahía me anotaba sola y ahí fue cuando se enojó mi mamá. Igual, después me apoyó y me quiso seguir ayudando”, recuerda entre risas. Y continúa el relato, con una mirada pícara: “Ella se enteró sola, creo. Sí recuerdo que se había enojado. Me dijo que si no me lo podía negar y no le hacía caso, que me iba a apoyar de todas maneras. Hoy es todo para mí. Siempre me apoyó y siguió en todo lo que quise y necesité”.

Su talento no sabe de esperas. Así ocurrió cuando asimiló el potencial real con el que contaba para el deporte. “Tuve mi primer viaje con los chicos de Bahía cuando fuimos a Río Tercero, en Córdoba. Quedé primera en mi primera competencia. Recuerdo bien que había muy pocas chicas argentinas andando en bici y le puse más empeño para ser mejor y que me fuera bien. En uno de esos viajes fue cuando me llamó mi director técnico para sumarme a la Selección argentina”, explica con naturalidad.

Su carrera continuó en ascenso y ese crecimiento también implicó explicarles a sus amigos del colegio de qué se trataba su vínculo arriba de las dos ruedas. ”A los chicos les llamaba la atención que anduviera en bici e hiciera trucos al mismo tiempo. Era un deporte nuevo; ni siquiera era deporte, era un hobbie. Era muy raro. Porque también me tocaba ir de viaje por el BMX. Ahí se dieron cuenta todos que era de verdad lo que sentía por este deporte”, relata.

Su deseo no se satisface únicamente por la gran conquista y va por más. Claro, ya no deberá escaparse para volar sobre su bicicleta.