Vie. Mar 29th, 2024

En una nota anterior dedicada al tema, decíamos que La ley 1.130 sancionada durante la Presidencia de Julio Argentino Roca, en 1881, creaba nuestra primera moneda Federal, el Peso Moneda Nacional (m$n).  De esta manera se unificaba el sistema monetario y se ponía fin al caos que implicaba la circulación de distintas monedas de diferente acuñación, como pesos fuertes, pesos corrientes, reales y hasta pesos bolivianos. Los Pesos M/N tuvieron larga vida, ya que duraron hasta 1969. Sobrevivieron a dos guerras mundiales y a variadas contingencias.  Era una moneda fuerte que cumplía con los requisitos de ser un medio de intercambio, una medida de valor,  una reserva de valor y un patrón de pago diferido, o sea una auténtica moneda, que actualmente no la tenemos.

Pero el populismo había calado hondo en la política y en la sociedad argentina. Los sucesivos gobiernos resolvieron sus problemas de déficit, que se hicieron crónicos, apelando a la impresión de papel moneda. En cierta manera, lo que comenzó en el gobierno del General Juan Domingo Perón con cierta timidez, continúo sin pausa en los gobiernos que le sucedieron, deteriorando al Peso M/N, hasta que se volvió insostenible.

A partir de 1970 Argentina comenzó un largo historial de nuevas monedas que fueron reemplazando a las anteriores, siempre con la idea de recrear un signo monetario que fuera sustentable en el tiempo. En cada cambio, se sacaban ceros,

Efectivamente el 1 de enero de 1970,  comenzó a circular el Peso Ley 18.188 ($ ley). Este nuevo signo monetario vino a reemplazar al peso moneda nacional, y el cambio golpeó duramente los bolsillos de los argentinos: 1 peso ley equivalía a 100 Pesos Moneda Nacional. Esta moneda subsistió hasta 1.983, la inflación la fue devorando, tanto que llegó a emitirse un billete de 1.000.000 de pesos ley.  Todos éramos millonarios ¡. En ese momento se decidió cambiar nuevamente la moneda y nació el Peso Argentino, que equivalía a 10.000 pesos Ley.

Duró poco, en 1985 fue reemplazado por el Austral, el nombre del plan económico diseñado por Juan Vital Sourrouille, ministro de Economía de Raúl Alfonsín. Cada austral equivalía a 1.000 pesos argentinos.  La inflación volvió a tumbar a esta moneda, que en un principio parecía exitosa. En 1989 el Austral se depreció 5.000 % en el año con respecto al dólar. Y hasta se emitieron billetes de 500.000 Australes.

En 1992, el Austral fue reemplazado por el Peso. Cuando entró en vigencia, cada Peso equivalía a 10.000 australes. Y era igual a un dólar, en un intento de tener nuevamente una moneda a través de la convertibilidad.  Esta duró 10 años, hasta que vino la devaluación.

Durante la vigencia de la convertibilidad, se imprimieron Patacones, Lecops, Bonos, entre otras cuasi monedas. Todas fueron eliminadas en 2003.

Es una historia sin fin. En el camino nuestro Peso fue perdiendo ceros, hasta llegar a la friolera de 13 ceros. Durante este largo proceso, el País vivió prácticamente sin moneda, lo que es muy grave, porque la moneda es la institución primera de la economía. Pero es más que eso, porque su fragilización compromete el equilibrio y la paz social al introducir en la vida cotidiana una defraudación y un factor de inseguridad universal. Una defraudación cometida por el propio Estado.

El ciudadano, no todos lógicamente, no tuvo otra salida que refugiarse en el dólar, escondiéndolo en los colchones o en cuentas o activos en el exterior, calculados hoy, después del exitoso blanqueo de 2017, en unos 400.000 millones, todavía no declarados.  Ocho veces, el monto del nuevo auxilio del FMI a nuestro país.

Penoso por cierto. Pero debemos entender que la única verdad, es la realidad.